La mano que da la vida en Bhopal
Actualizado:La mano de un fisioterapeuta rehabilita el pie de un niño de siete años que sufre las malformaciones heredadas de la gran tragedia que un día como mañana, hace un cuarto de siglo, asfixió la vida a más de 16.000 personas en Bhopal (India) y dejó secuelas en medio millón más. Esa pequeña extremidad, donde tibia y peroné se fusionan como si quisieran desdibujar la frontera entre la vida y la muerte, se perpetúa en miles de habitantes de la ciudad que fue arrasada por la negligencia de la multinacional estadounidense Union Carbide. Las 42 toneladas de gases tóxicos que escupió su fábrica de pesticidas continúan provocando cánceres de útero, deformaciones fetales y vidas que nacen mutiladas o a las que les está prohibido crecer. A los cinco años aparentan dos y no pueden andar, ni sentarse, ni hablar, como le sucedió a la pequeña Mahima Damare, una de las víctimas con nombre, a quien la misma enfermedad le arrebató a su hermano, de cuatro años.
Cinco lustros después, cuando aún retumba el silencio en la fábrica abandonada y sus alrededores, a la muerte y a la impotencia se suma otra tragedia: la de la impunidad. Ni Union Carbide ni Dow Chemical, empresa con la que se fusionó, han pagado por la catástrofe. Los afectados no han sido indemnizados aún, ni la zona descontaminada, ni siquiera han enviado un dólar para contribuir a las rehabilitaciones médicas y a los largos tratamientos del dolor.
Algunas de las víctimas son rehabilitadas, como la que muestra la fotografía, por clínicas a cargo de organizaciones no gubernamentales y donativos del extranjero. Son centros donde un mínimo pie se aferra al dedo protector de una mano amiga porque apenas tiene hueso que lo sustente.