Ahora, Al-Ándalus
Es arduo defenderse de un enemigo que golpeará a cualquiera en cualquier parte, incluidos los cooperantes
Actualizado: GuardarDurante algún tiempo se llamaron Grupo Salafista para la Predicación y el Combate. Ahora parece que se hacen llamar Al-Qaeda del Magreb Islámico. Según se cree estuvieron detrás del 11-M, mantienen atribulada a Argelia y operan con mayor o menor soltura en países vecinos como Marruecos, Túnez y Mauritania. Por Internet circula uno de sus manifiestos. Todo está en caracteres árabes y obedece a la más estricta ortodoxia islámica, menos dos detalles: la fecha 1492, que no se atiene al calendario de los seguidores del Profeta (de hecho, con arreglo a él, no hemos alcanzado aún esa fecha) y una leyenda en caracteres latinos en el emblema que preside el texto: Al-Ándalus. Así es como han dado en llamar a su órgano de comunicación. Todo un símbolo, y un aviso para los que vivimos sobre el trozo de tierra al que alude esa palabra, el paraíso perdido de los musulmanes, que estos feroces guerreros suicidas del siglo XXI (suelen llevar un cinturón ligero cargado de explosivo, para volarse con sus captores si los detienen) están resueltos a recuperar.
Parece que están detrás del secuestro de los tres cooperantes españoles en Mauritania. El Gobierno todavía no lo confirma, escaldado con los nefastos resultados que ya le ha dado gestionar un secuestro largando de más a los medios. Pero cualquier día, hoy acaso, podría caer un comunicado que nos lo certifique. De hecho, el secuestro se ha producido en su zona de operaciones. El año pasado mataron a 12 soldados del Ejército mauritano en una emboscada. Están allí, y no están de broma.
¿Y qué hacer? ¿Qué debemos decirles a los cooperantes, por definición indefensos, que tenemos en muchos lugares de conflicto? ¿Que no sean imprudentes y que se queden en casa? ¿O bien que contraten a mercenarios armados con fusiles de asalto para ir a repartir sacos de cereales, y que el Gobierno, como hace con los atuneros, les abonará una parte de los gastos?
Es arduo defenderse de un enemigo que golpeará a cualquiera en cualquier parte, incluidos quienes, como los cooperantes, menos merecen su agresión. Que hasta cabe presumir que se complace en atacarlos, como muestra del nihilismo radical de su lucha. Ahora todo hace pensar que nos han puesto en el punto de mira, a nosotros, los que los expulsamos de Al-Ándalus, y que esto no ha hecho más que empezar. Toca elaborar una estrategia de defensa. Pero ojo con dejarnos ir por la fácil pendiente de la islamofobia, tan cara a algunos. Porque ésa, justamente, sería la mayor victoria de los terroristas.