La reina Sofía abraza a la esposa del presidente portugués, María Cavaco Silva, durante su visita al Palacio de Belém, en Lisboa. :: EFE
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La Cumbre Iberoamericana acaba sin un consenso sobre Honduras

Los líderes reunidos en Estoril aceptan un comunicado de la presidencia lusa que se limita a constatar la celebración de comicios

ESTORIL. Actualizado: Guardar
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La XIX Cumbre Iberoamericana fue incapaz de ponerse de acuerdo sobre Honduras. Las diferencias entre tres bloques de países fueron irreconciliables pese a que las negociaciones fueron maratonianas. Al final, solventaron la papeleta con un inusual y descafeinado comunicado del país anfitrión de la reunión, Portugal, que tuvo la virtud de salvar la cara a todos sin contentar a nadie.

La idea de España y Brasil de ganar tiempo hasta que la situación se aclare en el país centroamericano prosperó, pero a costa de abrir unas fisuras internas en la comunidad iberoamericana que sólo el tiempo dirá si tienen cura. Muy pocas veces se ha cerrado una cumbre de estas características sin acuerdo sobre un punto específico, pero esta vez los 22 países se dividieron en tres grupos irreconciliables.

Por un lado, los contrarios a conceder la menor legitimidad a las elecciones en las que venció el conservador Porfirio Lobo. En este bloque se encastillaron los socios de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), de la que Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador son sus más fieles exponentes. Este grupo emitió incluso un comunicado en el que se negó a reconocer los comicios pues hacerlo sentaría «un nefasto precedente» en la región. Sostuvieron además que el golpe de Estado de junio y los comicios son parte de «una ofensiva neocolonial del Gobierno de Estados Unidos».

El segundo bloque -en el que la opinión de Washington, favorable a aceptar la legitimidad electoral, fue determinante- estuvo formado, entre otros, por Colombia, Panamá, Perú y Costa Rica, que abogan por poner punto final a la crisis hondureña. El tercer grupo, el de los posibilistas de la tercera vía, lo integraron España, Brasil, México y Chile, que ni reconocen ni rechazan los comicios y prefieren aguardar la evolución de los acontecimientos, con la esperanza de que se alcance un acuerdo entre las partes enfrentadas.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, justificó la ausencia de una postura común porque «las diferencias de opinión» resultaron insalvables. Pero, optimista, quiso ver la botella medio llena y subrayó que el comunicado de la Presidencia portuguesa concitó el apoyo de todos. Claro que el texto no se pronunció sobre el asunto medular, las elecciones y su reconocimiento, y se limitó a recoger acuerdo de otros foros y hacer un recorrido histórico por la crisis hondureña.

Zapatero indicó que los comicios fueron «muy 'sui generis'» porque aunque estaban previstos se celebraron en «circunstancias anómalas» por el golpe de Estado que las precedió. Negó que la imposibilidad de llegar a una resolución común fuera frustrante ya que hubo un diagnóstico unánime sobre la crisis, la desavenencia, dijo, surgió a la hora de evaluar la salida electoral.

«Pueden cambiar las cosas»

El jefe del Gobierno resumió la posición española con dos datos: si la ceremonia de toma de posesión del nuevo presidente de Honduras fuera ahora, el Príncipe de Asturias no acudiría porque el Gobierno no reconoce la legitimidad de los comicios, pero «queda bastante» para que eso ocurra, el 27 de enero próximo, y hasta entonces «pueden cambiar las cosas». Un cambio que debe plasmarse, insistió, en un acuerdo nacional con la bendición de la comunidad iberoamericana y mundial.

El brasileño Lula fue más categórico. «No, no, no y perentoriamente no» se puede otorgar legitimidad a las elecciones, pero acto seguido matizó que esa negativa es «por ahora» ya que «si cambian las cosas» sería revisable. El presidente de Brasil también restó hierro a la falta de consenso en la XIX Cumbre Iberoamericana porque en su agenda no figuraba «discutir sobre Honduras» sino sobre 'Innovación y Conocimiento'.