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Una familia recibe a la princesa Ana de Inglaterra en el aeropuerto de Gibraltar para celebrar los 300 años de la invasión inglesa. :: AFP
Sociedad

Diplomacia por la borda

Gibraltar tensa el cabo. La Royal Navy intimida a diario a la Guardia Civil en el Estrecho. Amenaza con detener a los agentes españoles y abordar sus lanchas. Los ingleses «se están poniendo agresivos».

FRANCISCO APAOLAZA
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NO hay persecuciones porque no huimos». La frase de un agente del Servicio Marítimo de la Guardia Civil da una idea del tamaño guirigay diplomático y militar del Estrecho de Gibraltar, a punto de convertirse en un torpedo en la línea de flotación de las relaciones entre dos países socios y supuestamente amigos. Las autoridades de la Roca no quieren a los españoles en lo que ellos consideran aguas propias.

La historia discurre en un escenario tenso de por sí: un abismo físico, social y económico, delgado y profundísimo entre el primer y el tercer mundo, y que sostiene uno de los mayores tráficos marítimos del planeta. En ese teatro, las embarcaciones de la Guardia Civil se enfrentan a la amenaza de las mafias, el goteo de planeadoras hasta la borda de hachís y cocaína, los temporales, los naufragios y el tráfico de pateras atestadas de inmigrantes como balsas de la 'Medusa' del siglo XXI. «Y ahora esto...».

«Esto» es la última bronca entre España e Inglaterra a costa de la soberanía del Peñón que se ha desatado este verano, justo después de que Miguel Ángel Moratinos se reuniera con el Foro de Diálogo Tripartito y visitase La Roca. «Antes teníamos una relación cordial e incluso trabajábamos juntos», cuenta el patrón de una lancha. Las cosas han cambiado. La cosa no llega a la tormenta de astillas y hierro que se desató allí mismo en 1805 cuando el combate de Trafalgar aunque, para suceder en 2009, el asunto es «grave». «Quieren que nos vayamos de estas aguas y se están poniendo agresivos», dice un agente. Sucede casi a diario. La última, hace pocos días y «cada vez» que entran en lo que Gibraltar considera como sus aguas, esto es, hasta a una milla y media del Peñón. «Aceleran y se acercan a nosotros. Nos preguntan que qué estamos haciendo en sus aguas y les respondemos que estamos trabajando. Ellos nos advierten de que estamos en su terreno, que tenemos que salir de inmediato y que si no, nos detendrán».

«¡Keep clear!» Aléjense. «Nosotros reducimos la marcha, atendemos a sus preguntas y seguimos a lo nuestro, manteniendo velocidad y rumbo». Las órdenes mandan que sigan con sus labores y mantengan la cautela para «evitar un desastre», aunque según los agentes, los mandos españoles les transmiten «personalmente» su convicción de que Gibraltar «está buscando un conflicto».

De momento no se han tocado los cascos de unos y de otros. Pero por poco ya que dos zódiacs semirígidas cruzadas ante una lancha que se mueve a 14 nudos no es una maniobra segura. El incidente más grave -del que se levantó un informe el 29 de octubre- tendría tintes de bodevil si no fuese porque implicaba a dos naves armadas. Una lancha de la Benemérita estaba abarloada (pegada) a un barco sospechoso mientras los agentes llevaban a cabo la inspección. «Ellos se abarloaron por la otra borda y entraron en el barco en el que estábamos». Se encontraron cara a cara. Después de lanzar un mensaje amenazante, se largaron. El pasado 17 de noviembre la Policía gibraltareña hizo supuestamente prácticas de tiro con una bandera española, un episodio que necesitó las disculpas oficiales del Reino Unido y la petición de una investigación exhaustiva por parte del ejecutivo español.

Según las últimas noticias, parece que España será la primera en guardar la pistola en el duelo acuático. Según los medios gibraltareños que citan a la Policía, el pasado jueves el Gobierno recibió una llamada, no confirmada por la Guardia Civil, en la que informaba «por cortesía» de que una patrullera se disponía a investigar un barco en las aguas del conflicto. La Roca no cede. El 13 de julio lanzó un comunicado instando a sus buques privados que no hicieran caso de las órdenes de los españoles.

Calmar las aguas

Los Gobiernos de España, Reino Unido y Gibraltar no quieren que se colme el vaso y han fijado un plan con una docena de reuniones con el objetivo de tratar la cuestión en el Foro de Diálogo Tripartito. Miguel Ángel Moratinos afirmó la semana pasada que este incidente estaba aclarado. «Hay voluntad de mejorar».

Pero la gresca sigue. Los británicos detuvieron el viernes a un buzo español a una milla de tierra y lo llevaron ante un juez. Su delito: no haber pagado una multa de tráfico. La Asociación Unificada de Guardias Civiles pide órdenes claras ante lo que considera «un desamparo institucional». Ni siquiera ellos saben qué hacer.