El Gobierno sospecha que Al-Qaida está detrás del secuestro de los cooperantes
El objetivo es localizar a los captores antes de que lleguen a la frontera de Mali, feudo de los terroristas
ESTORIL/MADRID. Actualizado: GuardarOfensiva diplomática, militar y policial con un objetivo prioritario: impedir a toda costa que los presuntos terroristas que el domingo secuestraron a tres cooperantes catalanes en una concurrida carretera costera de Mauritania logren llevarlos al interior del país, hacia la frontera de Mali, a las postrimerías del Sáhara, donde Al-Qaida tiene su feudo y donde un rescate sería muy complicado. El Gobierno ha situado al frente del gabinete de crisis al titular de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y al secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho. El Ministerio del Interior ya ha ofrecido a Mauritania y Mali movilizar a los efectivos de la Guardia Civil destinados en África en misiones de control de la inmigración clandestina hacia Canarias, pero las autoridades mauritanas han declinado el ofrecimiento porque aseguran que tienen medios suficientes, que no obstante, se reducen a dos aviones militares y cinco patrullas.
Alfredo Pérez Rubalcaba fue el primer miembro del Ejecutivo en expresar en voz alta el temor de que Al-Qaida esté detrás del secuestro de Albert Vilalta, Alicia Gámez y Roque Pascual en la carretera que une las dos principales ciudades del país, Noadibú y la capital, Nuakchot. Según el titular de Interior, «todo apunta» a que el asalto es obra de Al-Qaida en el Magreb Islámico (AQMI). El ministro reconoció que no hay seguridad absoluta, pero insistió en la sospecha de que «estamos ante un secuestro de islamistas radicales». La ministra de Defensa, Carme Chacón, en la misma línea apuntó que «los únicos indicios» señalan a la organización franquiciada por Bin Laden.
Responsables policiales y de Exteriores explicaron que el temor del Ejecutivo de que sea Al-Qaida se explica por el hecho de que los asaltantes se despreocuparan absolutamente por los objetos de valor que había en el todo terreno en el que viajan los españoles.
Los secuestradores no tocaron ni el dinero ni los ordenadores ni los objetos de valor que había en el vehículo, lo que hace descartar a los servicios de Inteligencia que bandidos estén detrás del ataque. Además, los salteadores comunes, explicaron fuentes de Información, no llevan a cabo ataques tan audaces y coordinados contra convoyes numerosos y en una carretera muy transitada, a tan sólo 150 kilómetros de la capital del país, en una zona considerada de las más seguras del país. Tanto el CNI como los servicios exteriores del CNP venían advirtiendo desde 2006 de la capacidad del AQMI para actuar en cualquier punto del Sahel contra intereses occidentales, incluidos miembros de organizaciones no gubernamentales.
Helicóptero
Tras conocer el secuestro, Moratinos, que se encuentra en Estoril en la XIX Cumbre Iberoamericana, se puso en contacto el domingo por la noche con el presidente mauritano, Mohamed Ould Abdelaziz, quien se comprometió a «no escatimar ningún esfuerzo» para conseguir la liberación. Fuentes diplomáticas explicaron que el Gobierno de Nuakchot, con quien España mantiene desde hace más de cinco años excelentes relaciones diplomáticas por vía de la lucha común contra la inmigración clandestina, envió ayer varias unidades militares hacia la frontera con Mali. Moratinos reveló que el Gobierno ha ofrecido a Mauritania que medios aéreos de la Guardia Civil, actualmente destinados en el dispositivo contra la inmigración ilegal europeo Frontex en ese país y Senegal, se sumen a las labores de búsqueda de los secuestrados. En la actualidad, el instituto armado tiene 30 agentes en Mauritania, dos patrulleras, un buque oceánico y un helicóptero, que será el que se una a la operación. Interior también estudia la posibilidad usar un avión de patrulla marítima de la Guardia Civil, que en la actualidad está en Senegal. «La dirección de la operación de búsqueda -precisó el ministro- corresponde a las autoridades mauritanas, nosotros sólo hemos ofrecido cooperación».
El jefe de la diplomacia española también se entrevistó telefónicamente la mañana de ayer con el presidente de Mali, Amadou Toumani, para poner en marcha el dispositivo conjunto y, sobre todo, para convencerle de que movilice a su ejército en la frontera para impedir el paso del convoy. Según Moratinos, Toumani se mostró incluso abierto a permitir que tropas mauritanas penetren en su territorio durante una persecución en caliente. Un detalle inusual entre países africanos, muy celosos de sus fronteras y reacios a la cooperación militar.
A pesar de la ofensiva diplomática, militar y policial en marcha, el ministro de Exteriores se mostró pesimista. Recordó que la operación de rastreo de los bandidos es «compleja» porque se desarrolla en un «amplio espacio desértico». En realidad, la búsqueda se centra en una franja de mil kilómetros de largo y 300 de ancho, apuntaron expertos de Interior. De todos modos, insistió el ministro, la voluntad de Mauritania y Mali es impedir que abandonen el territorio del primero.
Esa posibilidad -explicaron responsables diplomáticos- es el gran temor del gabinete de crisis. Los expertos de Defensa, Exteriores e Interior que trabajan en la zona advirtieron ayer al Gobierno de que esa área desértica, sobre todo en los alrededores de Tumbuctú y Gao, hay numerosos campamentos de activistas argelinos, donde Al-Qaida campa a sus anchas, entrenando a terroristas suicidas y adiestrando a 'yihadistas' en el manejo de armas, con la connivencia de bandoleros tuaregs.
El jefe de la diplomacia, aunque no dudó en calificar el secuestro de «acto terrorista», se mostró prudente sobre la autoría de Al-Qaida y señaló que ésa es «la opinión del presidente de Mauritania», pero no se atrevió a hacerla suya al cien por cien.
Simultanea su trabajo como consejero delegado de la empresa Gecoinsa, dedicada al sector de la construcción, con su labor como tesorero de la UD Gramenet, equipo de fútbol de la 2ªB. Es también patrono de la Fundació Tallers de Catalunya.
Funcionaria de la administración de Justicia en Barcelona, trabaja en los juzgados de primera instancia de la Ciudad de la Justicia de la capital catalana. Participa en el proyecto de las caravanas solidarias de la ONG prácticamente desde sus inicios.
Ingeniero de caminos, dirige dos concesionarias de autopistas semipúblicas de la Generalitat. Hijo de Albert Vilalta, que fue consejero de Medio Ambiente con Jordi Pujol, tiene una dilatada carrera en la empresa pública.