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«No le tengo miedo a nada»

La actriz Concha Velasco, que ayer cumplió 70 años, nunca se ha sentido menos sola «que ahora que estoy sola»

D. ROMÁN / A. CORBILLÓN
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Quien hace 44 años revolucionara las salas de cine y pistas de baile de todo el país con la 'Chica ye-ye' ayer sopló 70 velas. Concha Velasco, una de las actrices más queridas del panorama español, celebró su cumpleaños, cómo no, sobre las tablas. Las del Teatro Goya en Sant Cugat del Vallés, metida en la piel de Madame Rose, una prostituta judía torturada en Auswitch. «A mí, que soy una mujer coqueta y cascabelera, me ha costado mucho trabajo entrar en el papel de una mujer en el declive de su vida», ha dicho la actriz. El secreto está, explica, en creerte en el momento de salir al escenario que eres el personaje. «Y después, cambiarte de camisa como los lagartos. Yo termino de hacer Madame Rose y me quito la piel entera como una serpiente».

Trabaja en este cumpleaños como ya lo hizo cuando cumplió 20 primaveras, también en Barcelona, con 'Te espero en Eslava'. La de las bellas piernas anuncia que se retirará tras este papel. Después de cincuenta años como actriz se queda con ganas de haber hecho 'La Regenta' y 'Fortunata y Jacinta'. Pero advierte de que no quiere morir en el escenario. «De las cosas más terribles que he visto fue a Adolfo Marsillach saliendo a escena con un cáncer terminal. Prefiero el final de Greta Garbo o Charles Chaplin. Tampoco me gusta el de Marilyn Monroe, suicidada y alcoholizada... ¡A mí me hubiera gustado ser la Garbo y retirarme en plena juventud y siendo multimillonaria!».

La vallisoletana echa la vista atrás y dice que no cambiaría ni un minuto de su vida: «No cambiaría nada porque eso es imposible. Yo soy muy realista. Nunca pienso en lo que debería haber hecho. La vida es así y hacemos lo que podemos».

Después de los problemas económicos que ha padecido y la separación tortuosa del que durante treinta años fue su marido y representante, Paco Marsó, Velasco reconoce que se ha sentido muy sola. «No valoré todo lo que tenía, siempre estaba trabajando y quería más y más, hasta que te quedas sin nada».

Ahora ya ha olvidado los momentos difíciles: «Nunca he estado menos sola que ahora que estoy sola. Porque ahora mis hijos están pendientes de que no me falte de nada. Mi representante, que me acompaña hasta la puerta... He rehecho mi vida conmigo misma». No necesita a nadie a su lado para cogerle la mano por las noches, «ya me la cogen mi nieto y mis dos hijos. No quiero a nadie más». Ahora que se aleja de los focos, «a lo mejor porque soy una persona muy vanidosa y no quiero hacer papeles pequeños...», le gustaría dedicarse a recorrer toda España y visitar todos los rincones en los que recaló de gira en gira y no tuvo tiempo de conocer. «Tengo derecho a una jubilación y a mi plan de pensiones», bromea.

Con buena salud y ganas de vivir, aún le queda mucho por hacer. «Tengo 70 años, y aunque el corazón me ande un poco 'chunquillo' y la úlcera esté por ahí protestando, no quiero ser una vieja amargada. A mí lo único que me da miedo en esta vida es perder la cabeza. Nada más».