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DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

Nuevos periódicos, viejos bares

La Junta ha ofrecido a sus empleados de Justicia trabajar horas extra por la tarde; quizá debería haberlo hecho con parados

JAVIER BENÍTEZ
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LA VOZ ha puesto en marcha desde el pasado viernes una nueva apuesta editorial, un nuevo diseño, una manera distinta de enfocar el periodismo local y global por la que merece la pena felicitarse. En estos tiempos en los que los medios de comunicación, como tantos otros sectores, están tratando de encajar de la mejor forma posible las bofetadas que arrea la ruina económica en la que nos encontramos inmersos; en estos días en los que la crisis se encarga de dar el golpe de gracia a muchas empresas incapaces de mantener el equilibrio en medio de esta tomenta de números rojos; justo ahora cuando muchos periódicos son noticia por los recortes en su plantilla o por su cierre fulminante, es cuando LA VOZ y el Grupo Vocento han decidido coger el toro por los cuernos y no dejar que el bicho se desboque como sucedió con los morlacos de la película de Tom Cruise en las calles de Cádiz. Más allá del delicado momento económico en el que estamos, es obvio que la manera de consumir información ha cambiado y sigue transformándose cada día que pasa. Se han multiplicado exponencialmente las vías por las que recibimos la información, tanto es así que alguien ha bautizado este fenómeno como infoxicación, y si el ciudadano reclama otras fórmulas, otras maneras, hay que dárselas. Los que nos resistimos a pensar que la prensa en papel tiene los días contados a pesar del auge y protagonismo innegable de internet, tenemos un motivo de satisfacción al ver que algo se mueve en las empresas editoras que, no obstante, y al margen de las estrategias y de la búsqueda de una nueva imagen y un nuevo producto, deben interesarse también por mantener y cuidar al periodista, especimen que a este paso puede entrar pronto en el catálogo de especies en peligro de extinción. Y mientras los japoneses no inventen un robot capaz de contar historias, destapar exclusivas, denunciar injusticias y contar aquellas cosas que los poderes establecidos no quieren oír; mientras eso no ocurra es el periodista el único llamado a realizar esa labor que tanto ha aportado en un país como el nuestro en los últimos treinta años. Así las cosas, deseo a LA VOZ y sus profesionales, con los que tuve la suerte de compartir horas de trabajo, pasiones, alegrías y algunos reveses de la vida, la mejor de las suertes en esta nueva etapa. Aprovecho también estas líneas para saludar a mi querido Ildefonso Cáceres que, según me dicen, será mi vecino en estas páginas a partir de ahora. Su visión de este Jerez nuestro es otra los placeres que nos puede ofrecer abrir las páginas de este periódico cada semana.

Y ahora quisiera hacer una reflexión sobre un asunto que ha sido noticia esta semana en Jerez, el llamado Plan Urbanístico Comercial, una iniciativa ideada por el Ayuntamiento en el enésimo intento de revitalizar el comercio del centro de la ciudad. Se trata de conjugar el diseño urbanístico de la ciudad con los intereses de los comerciantes y, que quieren que les diga, no sé si funcionará, pero el caso es que la empresa encargada de hacer un primer diagnóstico sobre el estado de salud del centro de Jerez ha dicho que ¡faltan bares! Yo, iluso de mí, pensaba que de lo que estábamos escasos era de fábricas y de puestos de trabajo, pero no, lo que faltan son bares, o, al menos, nuevos modelos de restauración, que diría un fino. Y ahora que lo pienso debe ser verdad. Los encargados de este sesudo estudio han dado en el clavo. Mientras escribo esta gacetilla en la salita de casa, mis vecinos de arriba tienen montada una fiesta de aupa, con música, risas y todo lo que no puede faltar en un sarao de este tipo un sábado por la tarde. Creo que me voy a unir a ellos en cuanto complete las ocho o diez líneas que restan para despedirme. Y, es fácil, lo he visto claro. Si hubiera más bares en Jerez, mis vecinos no estarían en casa con todos sus amigos, estarían en la calle. Estos tíos del Plan Urbanístico Comercial son unos lumbreras. No me cabe duda.