ESPAÑA

EN LA OLA DE EUROPA

El Gobierno aguarda la presidencia de turno en la UE para intentar reflotar la imagen pública de Zapatero y su déficit de credibilidad

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Ni la recuperación económica está asegurada ni menos aún su velocidad; especialmente, si pensamos en la velocidad suficiente para crear empleo». De esta afirmación a esta otra: «Todo apunta a que el ritmo de la recuperación se va a acelerar», no dista ni siquiera un mes. Ambas salieron de la boca de José Luis Rodríguez Zapatero. La primera ante el American Business Council, el 21 de octubre. La última, este lunes, en una conferencia organizada por 'The Economist'. El presidente del Gobierno comienza a ver la luz al final del túnel. Y lo suyos, también. No es momento de euforias pero, por primera vez en muchos meses, pueden oírse en el PSOE suspiros de alivio. A un mes vista llega la tabla de salvación.

El Gobierno siempre ha considerado la presidencia de turno de la UE como una buena oportunidad para hacer reflotar la imagen de Zapatero de puertas afuera y, lo que es más importante, de puertas adentro. A Nicolas Sarkozy le funcionó. Su semestre europeo sirvió para contener la sangría de popularidad de la que empezaba a ser víctima apenas un año después de su llegada al Elíseo. Pero el efecto fue efímero; casi un espejismo. Los efectos devastadores de la crisis se llevaron por delante buena parte de las simpatías que había logrado retener entre sus conciudadanos al poco de abandonar el cargo. El jefe del Ejecutivo español juega con ventaja. «Ésta -no se cansa de repetir- será la presidencia de la recuperación económica».

En esta ocasión, los datos le acompañan, pero sólo hasta cierto punto. Los informes de la OCDE, la Comisión Europea y el FMI hablan de una vuelta al crecimiento de la economía mundial más rápida de lo previsto, aunque también añaden que será «poco vigorosa» y más tardía en el caso de España. Muchos analistas incluso creen que aún puede haber recaídas, pero Ésa es una posibilidad con la que no cuenta la ministra de Economía, Elena Salgado. El caso es que Zapatero se ha sacudido el tono atípicamente realista que parecía haber adquirido desde la vuelta del verano y ha recobrado su proverbial optimismo, pese a ser consciente de que tenga un problema propio, el paro. Con presidencia europea o sin ella, el desempleo llegará en 2010, conforme a los cálculos gubernamentales, al 19%.

Tampoco es que la fe en el efecto arrastre de países como Alemania y Francia sea tan ciega. «Es verdad -señala un estrecho colaborador del presidente del Gobierno- que no podemos subirnos a la ola sin más; hay que hacer cambios». Sin embargo, Zapatero no tiene intención de mancharse las manos con una reforma del mercado laboral. Es más, en su entorno más próximo se arguye que «eso es cuestión de sindicatos y patronales», y que la labor del Ejecutivo es únicamente la de acompañar o facilitar el acuerdo. Sus esperanzas están puestas en la ley de Economía Sostenible, el ansiado proyecto paraguas aprobado en primera lectura este viernes por el Consejo de Ministros después de varios meses de espera.

No todos en el Gabinete socialista comparten el entusiasmo del presidente con este texto. Es el sector de los más veteranos el que peor cara ha puesto a la norma. Por un doble motivo: porque es ingenuo pensar, dicen, que un modelo de crecimiento pueda cambiarse a golpe de legislación y porque los números en la Cámara Baja tampoco están para bromas. «Tenemos que ser conscientes de que arrastramos un déficit de credibilidad por haber tardado tanto tiempo en admitir la crisis; ahora resulta bastante arriesgado jugárselo todo a una ley que tendrá dificultades para salir adelante y, si lo hace -dice un peso pesado del Consejo de Ministros-, corre el riesgo de quedar desnaturalizada». En todo caso, hasta que llegue el momento de la votación queda mucho tiempo.

La ley no empezará su tramitación en el Parlamento hasta el próximo periodo de sesiones, pero durante este tiempo Zapatero la hará rodar por todos los foros. El martes la explicará en un pleno monográfico en el Congreso y el 14 de diciembre la discutirá con las comunidades autónomas en la Conferencia de Presidentes, tantas veces postergada. Luego tiene que volver al Gobierno para que apruebe el proyecto de ley de manera definitiva. Entre unas cosas y otras, no entrará en vigor, como pronto, hasta la primavera y, entonces, la presidencia de la UE estará en pleno apogeo. El 24 y 25 de mayo se celebra en Madrid, con Barack Obama, la cumbre bilateral con Estados Unidos, y el 17 y 18 la conjunta con América Latina y el Caribe.

Los socialistas confían en el efecto balsámico del momento. Creen que la oposición quedará de algún modo neutralizada porque estará obligada a no dañar la imagen de España justo cuando sea centro de muchas miradas. La prueba de la buena disposición del PP está en el acuerdo alcanzado esta semana sobre los objetivos del semestre. Lo que ocurra después es incierto. Pero de alguna manera esta semana se ha instalado la sensación de que, como decía uno de los diputados con más antigüedad en el Congreso, ya se ha empezado a «doblar el cabo de las tormentas» y el palo de mesana resiste.

Sondeos del CIS

No es sólo la mejoría económica lo que hace respirar, en concreto, a la dirección del grupo parlamentario. Es, sobre todo, que este período de sesiones ha resultado ser mucho menos controvertido que el anterior y el PSOE apenas ha perdido votaciones. El Gobierno que peor valoración ciudadana ha registrado jamás en los sondeos del CIS -peor aún que la del último Gabinete de Felipe González, acuciado por la crisis, los GAL, el paro y la corrupción- ha logrado sacar adelante sin demasiados problemas los Presupuestos Generales del Estado más criticados de los últimos años. «Y esta semana -añade uno de los muñidores de los pactos en geometría variable- ha sido la mejor semana de pleno en cinco años».

Después de varias semanas sometidos al escrutinio general por la controvertida gestión del secuestro del 'Alakrana', este miércoles, dicen en el PSOE, «el tema se murió» con la intervención de la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega. Tanto es así que dan por hecho que el PP ni siquiera intentará someter a votación la anunciada reprobación de tres ministros. Además, los socialistas han ganado una moción sobre agricultura que habían perdido cinco veces antes, han tumbado una propuesta de los populares que ponía en tela de juicio la legalidad del sistema de escuchas Sitel y, sobre todo, por fin, se ha aprobado legislación propia.

La crisis tenía atenazado hasta tal punto al Gobierno que en lo que va de mandato casi todo habían sido decretos leyes y las escasas normas aprobadas venían obligadas por imperativo europeo o se ceñían exclusivamente a la coyuntura económica. El jueves vio la luz la reforma de la ley de Extranjería y comenzó su andadura la del aborto, pieza clave en lo que Zapatero llama «política de extensión de derechos»; su seña de identidad.