Artículos

El faro de las libertades

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Cádiz y la Bahía se preparan a marchas forzadas para llegar a la meta del Doce con un proyecto capaz de revitalizar la memoria y presencia de Cádiz en el continente americano en torno a su papel en La Pepa, la Constitución de 1812 que tanto influyó en el constitucionalismo que acompañó la independencia de los pueblos de la otra orilla del Atlántico.

Puede ser histórico que, por primera vez, los ciudadanos y los gobiernos de las antiguas colonias y la metrópoli celebren juntos lo mismo: el homenaje a la libertad que los ciudadanos nos dimos dotándonos de una constitución que la garantizaba. Superar las viejas heridas que todavía sangran por América pasa por celebrar lo que nos une, por la hermosa cultura y lengua que compartimos y de la que disfrutamos en los regímenes democráticos que hoy brillan en España y en la inmensa mayoría de los pueblos de América.

Nos une el hecho de que la Constitución de 1812 abrió las compuertas para la libertad de los países americanos a la vez que la nuestra, aunque hayamos tenido que esperar muchos años, para recuperar su espíritu con la Constitución de 1978. Nuestros pueblos han soportado tiranías y dictaduras durante decenios. Por ello, ahora que hemos recobrado el espíritu que iluminó a aquellos esforzados parlamentarios de aquí y allá, hemos de convertirlo en un acontecimiento que haga familiar y entrañable el nombre y la luz de Cádiz en las naciones de América.

En un mundo tan sometido al dictado de los símbolos y las imágenes, parece apropiado hacer lo preciso para diseñar los iconos que puedan contener el mensaje que se intenta lanzar al mundo. Para este propósito se cuenta con un gran bagaje, como es partir de los escenarios donde se redacta y aprueba La Pepa, el Teatro de las Cortes y la iglesia de San Felipe Neri, con un gran valor icónico y simbólico. Sin embargo, la apuesta por la rehabilitación del Castillo de San Sebastián como escenario de muchas de las actividades programadas, ofrece una valiosísima oportunidad para configurar una simbología basada en el icono de una isla y un faro. Es demasiado adecuado y oportuno como para dejarlo escapar.

La analogía entre un faro que guía con su luz la navegación evitando los peligrosos fondos, los roqueos o la mala mar es demasiado evidente con la Constitución democrática como guía de la convivencia en libertad de los pueblos y las naciones.