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«Ministra, estar embarazada no es una enfermedad»

La portavoz del PP centra sus críticas en la titular de Iguladad, arropada por Zapatero y sus compañeros en el Ejecutivo

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Un murmullo subió desde el hemiciclo del palacio de la marileña carrerra de San Jerónimo hasta la tribuna de invitados en el preciso instante en que Sandra Moneo, la portavoz del PP, se encamina a la tribuna de oradores. La diputada opositora que va a defender el ‘no’ del PP a la reforma de la ley del aborto está embarazada. Una inocente casualidad que se convierte en una excelente puesta en escena para los populares.

Moneo sacó toda la artillería pesada contra la ministra Bibiana Aído, que defendía su primer proyecto de ley como titular de Igualdad. Ciertas críticas de la diputada popular se aproximaron demasiado a la frontera de ‘lo privado’. «Estar embarazada no es ninguna enfermedad, algo que la ministra a buen seguro podrá comprobar algún día», comentó la diputada popular en un momento de su intervención. Aído frunció el ceño y la bancada socialista protestó ruidosa. José Bono puso orden y recordó que el Congreso es la «cámara de la libertad».

El presidente , no obstante, esperó a que la representante popular finalizara su intervención para reprocharle, de forma muy elegante, alguna de sus comentarios para la ministra. «Espero que no haya habido ánimo de ofender en sus palabras», preguntó el socialista Bono a Moneo. La diputada, desde su escaño, negó con la cabeza. El PSOE, en cambio, sí lo consideró un ataque y José Antonio Alonso, portavoz del grupo socialista, dedicó una parte de su intervención a ‘mimar’ a Aído. «Cada ataque te hace más fuerte», dijo a la ministra entre los aplausos de sus correligionarios.

En la tribuna de invitados, con nutrida representación de colectivos de mujeres, también se batieron palmas. Bono recuerda a los asistentes que el reglamento prohíbe realizar muestras de aprobación o desaprobación hacia los diputados. Y el debate siguió.

Los parlamentarios contrarios a la ley subieron el diapasón de sus intervenciones, pero eran conscientes de que la batalla estaba perdida de antemano porque el PSOE acudió al debate con los apoyos amarrados para que el controvertido proyecto continúe el camino hacia su aprobación. Carlos Salvador, de Unión del Pueblo Navarro, echó mano del Diccionario de la Real Academia. Concretamente, de la página de la ‘i’ para espetar al Gobierno que su partido considera la ley del aborto “ilegitima, incongruente, injusta, inconstitucional, incompleta e inútil”.

‘Deja vu’

Gaspar Llamazares, de Izquierda Unida, confesó que las intervenciones de los diputados que le precedieron en el uso de la palabra le habían provocado una sensación de ‘déja vu’. «Hace 30 años discutíamos esta misma cuestión y algunos utilizan hoy los mismos argumentos que entonces», resaltó. En esta misma línea argumental, recordó que en 1976 se contabilizaron unos cien mil abortos (ilegales) en España y que esa cifra, lejos de descender, ha aumentado en 2008, con apenas 15.000 interrupciones de embarazo (legales). Por ello, reclamó más ambición al Gobierno y, de paso, pidió a la jerarquñia de la Iglesia Católica que permita a los representantes de pueblo legislar sobre la moral civil.

El panel donde se contabilizan los votos puso el broche final al debate con un resultado cómodo para el Gobierno. Las vicepresidentas primera y segunda, María Teresa Fernandez de la Vega y Elena Salgado, se abalanzaron, junto al resto de ministras, a felicitar a Bibiana Aído. La ministra lució su mejor sonrisa ante la sucesión de besos de felicitación, presidente del Gobierno incluido. El grupo socialista, mientras, aplaudía en pie. Un respaldo que no todos los ministros suelen cosechar en las defensas de sus leyes. En esta ocasión se unen varios factores externos: la condición de novata de Aído, el calado social de la reforma legislativa y la rotunda postura en contra del PP.