PAN Y CIRCO

Culpas y disculpas

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En la delicada situación deportiva que traviesa el equipo amarillo, uno de los errores más graves sería, a mi juicio, alimentar la indignación y gastar todas las energías en buscar -más que las causas- a los culpables; la otra, no menos inútil, sería entretenerse ofreciendo vanas disculpas. Tanto los reproches como las excusas impiden un planteamiento correcto de los problemas reales y, en consecuencia, dificulta la búsqueda de soluciones eficaces. Todos sabemos que, tras varias abultadas derrotas, no es fácil elaborar análisis serenos y rigurosos, pero no deberíamos conformarnos con la repetición de ese tópico tan socorrido y tan vacío según el cual cada uno de los goles encajados sólo son accidentes circunstanciales ocurridos en momentos puntuales de cada partido. El hecho confirmado es que el equipo no funciona. En el fútbol, igual que en la vida, el realismo es un remedio eficaz para que huyamos de la ansiedad y evitemos caer en la depresión. El punto de partida para aplicar un tratamiento saludable reside en la aceptación y en el examen de los hechos, sin dejarnos arrastrar por una frustración incontrolada o por un enojo desmedido.

Si aceptamos las cosas como son, si mantenemos la serenidad, el autocontrol y la visión positiva de los hechos incluso de los menos favorables, nuestras razonadas críticas serán más eficaces. Esta visión realista es la mejor manera de evitar el nerviosismo y la mejor arma para digerir las derrotas. Reconociendo el amargo malestar que nos causan las derrotas, sobre todo, cuando son merecidas, cuando el equipo contrario nos gana porque lee mejor el partido, lo único que podemos hacer es sobrellevar con resignación el sufrimiento y reclamar a los responsables que no pierdan los papeles y que, cuanto antes, adopten las medidas adecuadas.