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La doble traición de Lieberman
El ex demócrata, que en la campaña apoyó a McCain, anuncia ahora que boicoteará la reforma sanitaria
CORRESPONSAL. NUEVA YORK Actualizado: GuardarLa reforma sanitaria de EE UU pende en este momento de la lealtad de un senador. Joe Lieberman pudo haber sido vicepresidente con Al Gore cuando ambos abogaban por el sistema de salud universal, pero hoy todos los demócratas le ven como el gran judas del partido.
El senador de Connecticut, de 67 años, fue el único demócrata en subir al escenario de la Convención Nacional Republicana en septiembre del año pasado para apoyar sin fisuras la candidatura de John McCain. No se limitó a cumplir con un colega de la oposición con el que había trabado amistad a lo largo de los años, sino que desde su posición de topo demócrata asestó algunos de los golpes más eficaces contra el candidato de su partido, Barack Obama.
Entre los aplausos y aullidos de la muchedumbre conservadora contó al país que ese «joven talentoso y elocuente» podría hacer cosas estupendas en el futuro, pero de momento no podía ni compararse «al último presidente demócrata, Bill Clinton».
Que a diferencia del héroe de Vietnam al que se enfrentaba, Obama había votado a favor de cortar fondos para las tropas y que por tanto no debían dejarse engañar por la propaganda demócrata.
Ataques descarnados
Fue el principio de una serie de ataques descarnados que no cesaron ni cuando McCain presentó a Sarah Palin como candidata a vicepresidenta, en detrimento de su fiel amigo que había traicionado a su propio partido por apoyarle. Al día siguiente de que el republicano perdiera las elecciones, Lieberman volvió desafiante al Senado para enfrentarse a los demócratas que clamaban venganza, amenazando con cambiar de afiliación si le arrebataban la presidencia del comité de Seguridad Nacional.
Fue entonces cuando Obama salió al rescate. En su primera visita a la cámara como presidente electo convenció a sus colegas para que perdonasen al demócrata de Connecticut que sólo pudo mantener su asiento al convertirse en independiente y capturar el voto de los republicanos.
Lieberman votó el sábado por abrir el debate de la reforma sanitaria en el hemiciclo, pero advirtió al día siguiente de que será «muy tozudo en esto» y no permitirá que se vote ningún plan que contenga una opción pública, por muy descafeinada que sea. Su estado es sede de una de las grandes aseguradoras del país, Aetna, compañía que en lo que va de año se ha gastado dos millones de dólares (1.300.000 euros) en hacer campaña contra la reforma sanitaria. Desde 2005 Lieberman ha recibido de la industria cerca de 668.000 euros en contribuciones de campaña.
Pero además de hacer un favor a la industria que tan generosamente le ha tratado, se lo hará a sus amigos republicanos, que se han propuesto convertir la reforma sanitaria en el Waterloo de Obama.