La Audiencia acogió la segunda sesión de la vista. / E. P.
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«Perdí el dinero que mi madre había ahorrado toda su vida»

Los perjudicados contaron ayer su dramática experiencia en el juicio por el caso 'Hamelín'

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La segunda sesión del juicio por la operación Hamelín estuvo marcada ayer por la desesperación y los desgarrados testimonios de una veintena de testigos que comparecieron como afectados por la presunta estafa. Desde el primero hasta el último -salvo alguna curiosa pérdida de memoria-, los perjudicados señalaron con su dedo acusador a los dos principales imputados, Domingo Gallegos y Miguel Bohórquez, en calidad de cerebro y ejecutor de la trama, respectivamente.

Todos los declarantes reconocieron haber perdido cantidades ingentes de dinero al ser introducidos en una red cuyo modus operandi resultaba siempre el mismo: a través de un tercero (generalmente amigo o conocido de total confianza) entablaban relación con estas personas, que les ofrecían vehículos y viviendas a un módico precio, provenientes supuestamente de una subasta pública.

Para justificar el desembolso de una gran parte o incluso de todo el dinero con anterioridad a la adquisición del coche o el inmueble, los imputados aludían a la necesidad de pagar la subasta para luego poder hacerse con la mercancía. Las cantidades presuntamente estafadas abarcan desde 36.000 hasta más de un millón de euros, con un montante total que asciende a casi ocho millones.

Triquiñuelas

Los testigos hablaron de cheques sin fondos, oficinas cerradas repentinamente y un sinfín de excusas inventadas sobre las que los supuestos empresarios tejieron un complot de mentiras que acabó en los juzgados. Muchos de los testimonios resultaron estremecedores por el perjuicio económico y vital que la presunta estafa les ha provocado, a pesar de los intentos de algunos abogados defensores por desviar la atención a los intereses y circunstancias incluso personales de los incautos.

Josefa Victoria Rodríguez es una de las perjudicadas, y relató cómo pagó al contado más de 100.000 euros por un piso en Rota en febrero de 2006 del que nunca llegó a saber nada más. «Yo perdí el dinero que mi madre había ahorrado toda su vida. Me dejaron sin un duro y me tuvieron un año yendo al psicólogo. No voy a levantar cabeza en la vida».

Juan Jesús Caballero, otro de los testigos, relató cómo le dieron largas una vez que reclamó su vivienda hasta el punto de que le remitieron a los juzgados madrileños con un billete de AVE que nunca llegó a utilizar e intentaron «devolverle» su dinero con un pagaré carente de fondos. En la actualidad, asegura estar entrampado hasta las cejas para poder hacer frente a esa estafa.