Tres años de guerra sin cuartel contra el «nido de la serpiente»
SAN SEBASTIÁN Actualizado: GuardarEl 'nido de la serpiente' vive su peor momento. Casi tres años de golpes policiales, casi siempre a manos de Baltasar Garzón, y 147 detenidos han llevado a Segi al borde del colapso. Los cabecillas de la cantera de ETA, que hace sólo siete años se jactaban de ser capaces de movilizar a 23.000 jóvenes, ahora, según los servicios de información policial, sólo cuentan con unos 250 o 300 activistas dispuestos a implicarse en actos de violencia callejera, que les pueden llevar a la cárcel con condenas por pertenencia a banda armada.
La de ayer es la undécima operación contra Segi de la Policía Nacional desde que, en verano de 2007, Interior ordenara, tras el fin de la última tregua de ETA, redoblar los esfuerzos para acabar con la impunidad de los violentos. Sólo el pasado año hubo ocho redadas. Una a una, todas las células activas en las tres provincias vascas y, sobre todo, en Navarra -donde se concentraban las más violentas y beligerantes-, han ido cayendo. Y con ellas, fue desapareciendo la 'kale borroka' en esas comarcas. La estrategia de «guerra sin cuartel» de Alfredo Pérez Rubalcaba contra el semillero de ETA nació sólo unos meses después de que el Tribunal Supremo declarara, en enero de 2007, que Segi y sus dos predecesoras (Jarrai y Haika) eran organizaciones terroristas y no meras asociaciones ilícitas, como consideraba la Audiencia Nacional.
Y la táctica del palo continuo ha dado sus resultados. Los documentos incautados en las últimas operaciones a los dirigentes de Segui, sobre todo correos electrónicos, dan cuenta del desánimo de los jóvenes violentos. El objetivo que perseguía Interior. Uno de ellos, en un documento supuestamente dirigido a la banda, denunciaba que la «situación es desastrosa». «Estamos muy perdidos», apuntaba. «La gente sólo quiere fiesta renunciando así al activismo», lamentaba el cabecilla, quien incluso aseguraba que los 'gaztetxes' -las sedes sociales donde los violentos debían dedicarse en cuerpo y alma a preparar sus ataques- se habían convertido en «fumaderos de porros».