Una detenida es trasladada a dependencias policiales tras la actuacion ordenada por el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska. / T.
ESPAÑA

El mayor golpe policial de la historia contra la 'kale borroka' deja sin cantera a ETA

Las Fuerzas de Seguridad detienen a 34 miembros de Segi, acusados de refundar la organización y reclutar jóvenes para la banda

SAN SEBASTIÁN Actualizado: Guardar
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Golpe sin precedentes a los cachorros de ETA. Cerca de 800 policías y guardias civiles desataron ayer de madrugada la mayor redada de la historia contra la cantera de la banda terrorista. Treinta y cuatro dirigentes y activistas de la ilegalizada organización juvenil pro etarra Segi (heredera de Jarrai) fueron capturados en dos operaciones desarrolladas de forma simultánea en las tres provincias vascas y Navarra.

Todos ellos, según las investigaciones de los servicios de información, tenían como objetivo refundar Segi para aumentar la violencia en las calles y captar y adiestrar a jóvenes militantes para que saltaran a las filas de ETA en el futuro. El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, tras la redada de ayer, cree casi completamente descabezadas las juventudes terroristas.

La operación, durante la que se llevaron a cabo 92 registros, fue coordinada desde Guipúzcoa por el juez Fernando Grande-Marlaska, quien centralizó las diferentes investigaciones abiertas por diversos magistrados de la Audiencia Nacional, entre ellos Baltasar Garzón, que en los últimos dos años había dirigido los golpes policiales a la organización juvenil.

El grueso del operativo recayó sobre la Policía Nacional, que movilizó desde primeras horas de la madrugada a cerca de 650 funcionarios de las brigadas de Información de Pamplona, San Sebastián, Vitoria y Bilbao, pertenecientes a las unidades centrales de la Comisaría General de Información y las Unidades de Intervención Policial. Los agentes de Policía detuvieron a 29 sospechosos: cuatro activistas en las localidades navarras de Pamplona, Barañain y Burlada; otros siete militantes en las poblaciones vizcaínas de Bilbao, Iurreta, Sestao, Zamudio y Galdácano; ocho más en Vitoria; y los diez últimos en los municipios guipuzcoanos de San Sebastián, Rentería, Andoain, Villabona, Zaldibia y Tolosa.

La Guardia Civil, por su parte, detuvo en Amezketa (Guipúzcoa), Vitoria y en las localidades navarras de Pamplona y Barañain a otros cinco militantes de las organización ilegalizada.

Según informaron mandos del operativo, siete activistas, cuyas órdenes de detención había firmado Grande-Marlaska, no fueron capturados al no encontrarse en sus domicilios. Entre ellos, se encuentra un joven residente en la localidad vizcaína de Lekeitio, que supuestamente era el máximo dirigente de la nueva Segi. Las Fuerzas de Seguridad ya sabían que otros cinco sospechosos más habían huido hasta Francia hace varios días, por lo que ni siquiera solicitaron las preceptivas autorizaciones judiciales de detención.

'Herriko tabernas'

Tras los arrestos, la Policía Nacional practicó 46 registros en domicilios y otros 21 allanamientos en locales, como 'herriko tabernas' (sedes sociales de Batasuna), 'gaztetxes' (lugares de encuentro de los jóvenes radicales), bares, garajes y asociaciones vecinales. La Guardia Civil llevó a cabo otros quince registros en domicilios privados y diez en diferentes locales.

En los allanamientos, los agentes policiales se incautaron de gran cantidad de propaganda de Segi, boletines internos de ETA (Zutabe y Zuzen), 6.000 euros, anotaciones con matrículas para futuros ataques y todo tipo de material para confeccionar artefactos explosivos, como bombonas de camping-gas, gasolina, ácido, guantes, recipientes y manuales para la fabricación de estas bombas caseras.

El objetivo básico de la operación, según mandos de la lucha antiterrorista, era abortar el intento de Segi de refundarse, después de padecer años de continuos varapalos policiales que han llevado a la organización al borde de la extinción.

El Ministerio del Interior asegura que los ahora detenidos pretendían acometer las líneas de actuación establecidas por la banda terrorista ETA y, en particular, las órdenes de «endurecer el conflicto» con el aumento de la violencia callejera.