OPINIÓN

Sigo a bordo

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Pues eso, que me mantengo en el barco a pesar de la que esta cayendo. A bordo del navío comandado por Javi Gracia. Es verdad que hoy por hoy la nave está en mar abierto sin rumbo fijo y casi a la deriva. Pero cuando más fuerte pegan las olas es cuando toca aferrarse a lo que uno cree, y yo creo en este entrenador, es el turno de agarrarse a los mástiles y confiar en la capacidad del capitán de este velero para enderezar la trayectoria. Confío sinceramente en que sepa manejar el timón con firmeza y evitar que sea la corriente la que marque el destino. Confío en que sepa reparar las velas ajadas y situarlas a favor del viento. Confío en que subsane los afectos de los cañonazos recibidos en las batallas disputadas. Confío en su valor para hacer frente a ataques piratas (algunos de ellos filibusteros polizones que acechan desde dentro) que por estos mares tienen más mala leche que los piratas somalíes. Confío en que sepa dirigir a su tripulación para llegar a buen puerto. Y también, por qué no, confío en que sepa bajar a la bodega y a los camarotes del barco para otorgar mayor protagonismo a algún marinero desterrado al ostracismo.

Y si a pesar de todo, su trabajo fuera en balde y la fuerza del mar hiciera añicos su bajel siendo este engullido por las aguas, naufragaría, sí, pero lo haría como un caballero y por mi parte pocas cosas se le podrían reprochar a su labor. En la travesía anterior, todo el mundo alababa al capitán, pero claro eran mares más tranquilos, rivales que parecían pateras o barquitas de La Caleta, y cañonazos que no causaban casi desperfectos al barco y con los que como pueden imaginar se hacían tirabuzones los marineros de pelo largo. Y ahora, a las primeras de cambio, cuando la tripulación es la que es y da para lo que da, y cuando los que parten el bacalao son como son, se intenta cuestionar la labor del capitán y cortar la deshilachada maroma por su lado más débil. Y lo que más me fastidia es que haya buitres marinos rondando para hacerse cargo del timón. Eso me sigue pareciendo una falta de respeto y de ética entre colegas de profesión. Hay que respetar la ley de los navegantes, eso no se hace querido corsario de los mares gallegos.