SOMOS DOSCIENTOS MIL

paradas de autobuses

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Abandonando la línea habitual de esta columna, en la que ocasionalmente pueden leer alguna crítica sibilina hacia nuestros gobernantes, la de hoy tiene marcado carácter de información pública. Qué yo sepa, nadie se ha preocupado de informar sobre los peligrosos cambios que se han introducido en el tráfico de la Avenida Alcalde Álvaro Domecq. De hecho, extremen la precaución cuando circulen tras un autobús urbano, pues les han suprimido los entrantes en las aceras que existían en cada parada, de modo que cuando deban detenerse para subir o bajar pasajeros, pararán en el mismo carril por el que circulan delante de usted.

En principio la noticia podría parecer tonta pero, si tienen la amabilidad de analizarla detenidamente, observarán que tiene sus migas. Es triste que nadie haya querido molestarse en explicar el motivo por el qué se suprimen los refugios que los autobuses tenían en las paradas de la Avenida o de la Plaza del Caballo, pues es fácil que la detención del autobús en el mismo carril de uno, a la larga, genere alguna que otra colisión por alcance contra la trasera del transporte público.

Más como en Jerez nadie explica nada, uno debe investigar por su cuenta, incluso azuzando la imaginación, para comprender los motivos de dicha obra que, desde mi punto de vista, son tres, según las paradas de que se trate. Respecto a las paradas del lateral izquierdo de la Avenida, el mismo por el que discurre ese mamarracho de carril bici, las paradas se han recrecido por pura improvisación y chapuza. Me dice un buen amigo, conocedor del tema, que cuándo se inició la construcción del carril bici nadie se percató de que las marquesinas de los autobuses ocupaban la zona por la que discurriría dicho carril. La primera intención fue adelantar las marquesinas a la acera, pero ello obligaba a los peatones a bajarse de la misma por lo que, una vez más, la improvisación ha hecho de las suyas. Se ha agrandado la acera y si los autobuses se detienen en el carril de circulación, mala suerte.

Ahora bien, lo de las paradas del lateral derecho es distinto pues, dado que por el mismo no discurre carril bici alguno, en principio era innecesario agrandar la acera. A falta de otra explicación, intuyo que responde a las influencias del Ministerio de Igualdad, cuyos técnicos han sugerido a la alcaldesa que las aceras izquierda y derecha de la Avenida deben tener trato igualitario, como no podía ser de otra forma. Que el autobús obstruye la circulación cuando bajan y suben pasajeros, pues que se fastidien los conductores y sean pacientes, ya que la igualdad, como seña de identidad de nuestros gobernantes, también llega a las aceras jerezanas.

Y, si absurdos son los motivos para recrecer las paradas de la Avenida, lo de la parada de Plaza del Caballo no tiene nombre. Esa parada, señalizada como de autobuses urbanos e interurbanos, parece que daba quebraderos de cabeza a nuestra Policía Local, a fuerza de que en la misma aparcaran incívicos conductores.

Sin embargo, como aquí se gobierna a golpe de improvisación, en vez de sancionar a los infractores o establecer patrullas policiales, suprimimos la parada y en paz. El autobús, cuando circule por dicha vía, ya de por sí saturada, cuando pare sólo logrará atascarla aún más.

Realmente es una forma rara de actuar esta, consistente en suprimir la posibilidad de cometer la infracción. Se imaginan evitar los tirones prohibiendo que las mujeres utilicen bolso. Absurdo ¿verdad? Pero claro, tras comprobar cómo funciona nuestro Gobierno Municipal, uno entiende por qué José Luis de Villalonga decía aquello de que: «La política es el arte de los incapaces de triunfar en privado...»