El drama de niños africanos que sueñan con jugar en el Real Madrid
MADRID Actualizado: GuardarEn mayo de 2007, un cayuco con 130 menores africanos llegó a las costas de Tenerife. La mayoría de los ocupantes presentaba síntomas de hipotermia debido a la angustiosa travesía en alta mar. Sin embargo, 15 de esos jóvenes mantenían intacta su moral. Creían que venían para realizar unas pruebas y jugar en los filiales del Real Madrid o el Marsella. Éste es uno de los numerosos casos de tráfico de menores que la ONG Save the Children denuncia en su informe Niños en competición. Pese a que una directiva de la Unión Europea y la propia FIFA prohíben el traspaso de menores, son numerosos los chavales sin recursos reclutados en África o Sudamérica por siniestros representantes. Estos maleantes se acercan con la falsa promesa de conseguirles un contrato profesional en un equipo europeo. Para ello les proporcionan un visado temporal a cambio de una sustanciosa suma de dinero.
Así le ocurrió a Stéphane, un camerunés que hace dos años destacó en un torneo de su país con 12 goles. Su gran actuación llamó la atención de un supuesto representante de origen congoleño quien le prometió viajar al Viejo Continente para convertirse en jugador profesional. Sin embargo, cuatro semanas después de aterrizar en París, el joven africano se encontraba con el visado caducado, malviviendo en las calles de la capital francesa, en situación irregular y abandonado por su supuesto agente. Ahora lo que más teme es que sus padres descubran el engaño. Por eso, cada vez que habla con ellos por teléfono les cuenta lo bien que está entrenando. No quiere que su sueño también se frustre. Al menos hasta que consiga los 4.000 euros que le prestaron para su aventura. El presidente de la federación internacional de futbolistas profesionales (FIFPro), Gerardo González Movilla es consciente de la existencia de esta lacra. «Los agentes no deben crear falsas expectativas a los chavales», explica. «La diversión debe ser el leitmotiv, añade. Una opinión que también comparte Pedro Bravo, quien considera fundamental la educación: «El libro en la mano y el balón en el pie. Si se cae alguno que sea el balón».