Wagenknecht, supuesta amante de Lafontaine. / AP Los medios persiguen a Lafontaine tras desvelar su enfermedad. / AP
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El adiós de Lafontaine

El político germano abandona el Bundestag por un cáncer de próstata tras haber sido acusado de mantener un 'affaire' con una compañera

CORRESPONSAL. BERLÍN Actualizado: Guardar
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Oskar Lafontaine anunció el pasado 9 de octubre su retirada de la jefatura del grupo parlamentario de su partido, La Izquierda. Cuando hizo pública su renuncia a un cargo compartido con Gregor Gysi en el Bundestag, su decisión asombró a toda Alemania y nació un interrogante que inquietó en su formación. ¿Qué motivos tenía el político, de 66 años, para dejar un puesto que le daba poder y le ofrecía la tribuna más importante del país para seguir cosechando éxitos electorales?

Después de conquistar dos grandiosos triunfos en la urnas, primero en el estado federado de Sarre, donde su partido obtuvo un 21,3 % de los votos, y poco después en los comicios federales, en los que Die Linke (La Izquierda, en castellano) logró la mayor victoria de su historia con el 11,9% de los sufragios, Lafontaine abandonaba Berlín para refugiarse en su Sarre natal. ¿Qué había pasado?

Como es lógico, la sorprendente renuncia de este veterano político desató una ola de hipótesis sobre los motivos que se escondían detrás de este paso. Muchos recordaron entonces que Oskar el rojo, apodado así por la prensa, había tenido problemas de salud durante la campaña. Más de un medio de comunicación sugirió que había sufrido una dolencia cardiaca, pero nadie quiso hacerse eco de un rumor que amenazaba con llegar a las páginas de la Prensa amarilla.

Hasta que el pasado lunes la revista Der Spiegel acabó con el misterio. Reveló que el origen de la renuncia de Lafontaine involucraba a tres personas. A él mismo, a Christa Müller, su esposa, y a Sahra Wagenknecht, la comunista más famosa del país y que se convirtió en diputada federal tras los pasados comicios.

Dudas sobre su futuro

«Se dice que a Lafontaine y Wagenknecht les une algo más que sus afinidades políticas», señaló la revista en un largo artículo que enterró para siempre la sana costumbre de la Prensa germana de no interferir en la vida privada de los cargos públicos. «Se habla de un amorío, una relación que tiene consecuencias concretas para la política», añadió el semanario, sin saber que su polémica insinuación acabaría con el silencio del propio Lafontaine.

Según Der Spiegel, habría sido su esposa quien pidió al político que regresara al hogar, en Sarre, en un intento por salvar su matrimonio. De paso, Müller trataba de evitar que su marido fuese más allá en su relación con la hermosa comunista en Berlín.

El martes, Lafontaine acabó con las especulaciones y dio a conocer el motivo real de su alejamiento de Berlín. En un breve comunicado, anunció que sería operado de un cáncer, algo que ocurrió el jueves. No dio más detalles, pero indicó que la intervención estaba preparada desde hacía tiempo.

«En función de mi estado de salud y de los pronósticos médicos, decidiré cómo seguiré con mi trabajo político a comienzos de 2010», dijo el aún líder de la formación. Horas después, Alemania se enteró de que Lafontaine sufría un cáncer de próstata que había sido detectado hacía varias semanas.

De momento, la revelación de su enfermedad ha zanjado las especulaciones sobre el romance del político con Wagenknecht, pero ha provocado un nuevo y peligroso debate en el seno de Die Linke. Sin esperar el resultado de la intervención, varios líderes dudaron del regreso a la política activa de Lafontaine y sugirieron que había llegado la hora de un cambio generacional.

«En las próximas elecciones federales nos presentaremos sin él», avanzó Bodo Ramelow. El jefe del partido en el estado federado de Turingia sugirió que el fundador de la formación es demasiado viejo. Otras cabezas destacadas del partido, como Gregor Gysi y Dietmar Bartsch, fueron más diplomáticos y sugirieron que era preferible esperar la total recuperación de su líder para discutir el ansiado cambio generacional.

Aparte de desatar la lucha de poder, la enfermedad de Oskar el rojo ha abierto las puertas para un hipotético debate ideológico en La Izquierda. Una discusión que puede condenar a un nuevo aislamiento si la enfermedad obliga al político a retirarse.

«El partido se puede desintegrar y caer en manos de los antiguos comunistas del Este como Sahra Wagenknecht», señaló la nueva secretaria general del SPD, Andreas Nahles. «La Izquierda tendrá un gran problema si Oskar Lafontaine renuncia a sus cargos en el partido a causa de la enfermedad».