Cielo de velinas
Actualizado:Qué hombres tan parecidos y a la vez opuestos son Muamar el Gadafi y Silvio Berlusconi. A los dos les gustan las velinas, cierto. Pero por motivos muy diferentes. El primero quiere llevárselas al huerto. El segundo (velinas, al fin) quiere ponerles un velo. Dicen que Gadafi se propone repetir en España lo que hace unos días ha hecho en Italia: reclutar a chicas jóvenes y de buen ver para predicar ante ellas las bondades del Islam. Si sus secretas intenciones son invertir a largo plazo y hacerse con un ejército de huríes que en un futuro lejano le alegren la vida en el más allá, sólo él lo sabe. Pero es un hecho que para entrar en ese selecto alumnado hay que medir como mínimo 1,70 (más que para ser azafata de Iberia). Empiezo a sospechar que existe una oscura relación entre la estatura y el cielo... Si de verdad hay que pasar de una altura determinada para entrar en el paraíso, ya sea cristiano o musulmán, que lo digan ya, y así las que no damos la talla podremos pecar con la tranquilidad y soltura del que no tiene nada que perder.
Sostiene Gadafi en sus edificantes pláticas que el Islam trata estupendamente a la mujer... Claro que también asegura que el Mesías al que crucificaron los judíos no era Jesucristo, sino uno que se le parecía mucho. Casualmente, para mí, Gadafi se parece mucho al Loco de la Colina, pero no por ello los confundo. Y sí, el Islam trata de maravilla a las mujeres. Sobre todo el radical (burkas, lapidaciones...) Claro que debemos evitar generalizar a lo María Barranco, cuando en Mujeres al borde... decía aquello de «Hay que ver lo mal que me ha tratado a mí el mundo árabe». Por eso, yendo a lo concreto, y puestas a comparar entre el musulmán Gadafi, que respetuosamente te da la chapa, pero tiene el detalle de pagarte el taxi, y el cristiano Berlusconi, que te da la soba y encima pretende que le salga gratis, cualquier velina concluiría que, en efecto, le sale a cuenta pasarse al Islam.