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Yo salí en...

Mafiosos rusos, y mercenarios del Siglo de Oro, los rodajes han dejado en Cádiz miles de extras y cientos de anécdotas

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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El cine permite vivir otras vidas, dice el tópico. Con razón. No se entiende si no que el carnavalero sin pelos en la lengua haya tomado un galeón repleto de oro a los mandos de Diego de Alatriste, que el patrón de Salvamento fuese un día un mafioso ruso guardaespaldas de James Bond, que el afable profesor llorase la muerte de Manolete arrastrándose tras su féretro. El cine ha sumado miles de vidas a los millones de vidas que ha tenido Cádiz. Muere otro día, Los aires difíciles, La carta esférica, Manolete, Alatriste y ahora Knight & Day son los testigos fehacientes de que la cámara adora a la ciudad y que sus ciudadanos adoran salir en pantalla. Pese a las colas de los casting y las sesiones de rodaje extenuantes, las productoras apuntan cada vez más nombres de candidatos a figurante. El exceso de tiempo, la falta de dinero, el amor al cine, la pulsión humana del cotilleo de las estrellas de Hollywood, un segundo de celuloide o el deseo humano de vivir una experiencia distinta han llevado a las pruebas de lo último de la Fox más de 2.000 personas. A cambio, 50 euros por cabeza y día y unas historias difíciles de olvidar. Son estas.

ASENCIO SALAS

Todas desde 'Muere otro día'

«Escuchar '¡action!' es un gustazo»

Tiene 55 años. Profesor de Dibujo, pintor, un tipo amable, tranquilo. Nadie diría de él que se trata de uno de los gaditanos que ha hecho más papeles distintos. Aquello del cine le llegó cuando el rodaje de Muere otro día, en 2001, en Cádiz, por supuesto. Todo comenzó como una broma entre compañeros. «¿Nos apuntamos al casting?». El fue el único en aparecer en la cita y probablemente no se imaginaba en la cola que entre la claqueta y él se iba a formar más que una amistad.

«Me llamaron para hacer de cliente en la terraza cubana que habían montado en el Balneario de La Palma. Yo me senté allí a esperar y de pronto pasó Pierce Brosnan -el quinto James Bond- con un hombre en una silla de ruedas», recuerda. Aquél momento iba a ser el primero de muchos, pues Salas no se iba a perder una sola figuración en la provincia. Fue un señor en una terraza de La Carta Esférica de Imanol Uribe con Aitana Sánchez Gijón y Carmelo Gómez, un turista que descubre un cadáver en Los aires difíciles de Gerardo Herrero, partidario desconsolado tras el féretro de Manolete en aquella película maldita que no termina de estrenarse, cliente de una terraza en La carta esférica, paseante de La Isla en Camarón y noble del XVIII en Alatriste.

Decenas de repeticiones, corten, eternos lapsos de espera en los que no hay nada que hacer... Salas ha escuchado en todos los rodajes eso de La primera y la última, aunque él se ha enganchado. Su razón es la más obvia, aunque no la más común: «Me gusta el cine. Me encanta ver en qué consiste el rodaje, como funciona todo, me distraigo con cualquier cosa. Al fin y al cabo estar en una terraza de un gran rodaje, ver a las estrellas y escuchar al director gritar ¡action! es un gustazo, un veneno». Y debe enganchar, porque a raíz de lo de Muere otro día, Salas ha participado en decenas de rodajes en los últimos años, ya con papeles. Es el caso de la serie gaditana Jindama, donde es un Guardia Civil, padre del protagonista, que investiga extraños sucesos en la historia de Cádiz. También dieron de sí sus papeles en películas de cine independiente como En tu ausencia, Brecha o Primaria, de Ivan Noel o los cortos El libro talonario o La otra camilla, ambos con el título de Mejor Audiovisual Andaluz. ¿Lo mejor? Más allá de los galardones, el día en que Jaime de Armiñán lo sacó de entre los figurantes para un papel junto a Ángela Molina.

JUAN LUIS SOTO VELÁZQUEZ

'Onassis' y 'Alatriste'

«Mortensen nos traía caramelos»

Juan Luis Soto Velázquez. Eso dice el DNI de Juanlu El Cascana, chirigotero, carnavalero «y catedrático callejero en general». Acostumbrado a la espontaneidad de una chirigota políticamente incorrecta y la lidia con los turistas en los recorridos de animación de Los Pimpis de Cádiz, una figuración de cine en Alatriste no debía ser un gran problema para él. Y no lo fue. El equipo de Agustín Díaz yanes lo vio en el casting y «del tirón» se lo llevaron a Tarifa. Juanlu ya no era una cara más entre la masa anónima de los figurantes, sino uno de los bravos que reclutó Diego de Alatriste en las cárceles de Cádiz, después de un desembarco en La Caleta.

«En el Castillo de San Sebastián salgo cuando entra Alatriste a la cárcel. Yo estoy jugando una partida de cartas y le echo una miradita». La espontaneidad le hizo saltarse el guión. «Se me cayó una carta y grité ¡Corten!. ¡Yo cortando la película», recuerda entre risas. La segunda escena le llevó más trabajo. «Nos llevaron a Tarifa. ¡Qué frío más grande! Allí teníamos que tomar el galeón del oro del rey y darnos unas palizas». Sin embargo, lo más curioso de su experiencia llegó pasó tras las cámaras. «Siempre hay tontos en todas las películas y uno de ellos gritaba que no se podía hablar con los actores. Fíjate que yo hablo con una pared. Así que mientras que tomaba café me acerqué a Viggo Mortensen que llevaba una camiseta del San Lorenzo de Almagro y yo le dije que le iba a traer una del Cádiz. Le traje una bufanda y nos hicimos amigos».

Fueron a comer al argentino de la Viña y al fútbol. El actor incluso le invitó al estreno en Madrid. La amistad dio lugar a escenas a tener en cuenta y ninguna saldrá en pantalla. «En una de esas estábamos en el Castillo de San Sebastián y le estaba enseñando las cosas de La Caleta. Le decía que allí cogíamos coñetas, robalos, lubinas, decía él y de pronto apareció la alcaldesa. ¡Imagínate, con lo que me llevo yo con ella! Mortensen le dijo ¿Conoce usted a mi amigo Juanlu? Y ella que sí, que me conocía y bajó la cabeza», relata El Cascana, que por cierto este año sacará al Falla una chirigota con los candidatos a ser alcalde.

«Viggo nos traía bolsas de caramelos y turrón partido para comer durante el rodaje. Ese hombre es generoso, cercano, humilde... ¡Es un rey!»

Antes y después Juanlu seguiría con su carrera cinematográfica. Ya en 1988, siendo «un niño» actuó en un mercadillo para una escena de Onassis: el hombre más rico del mundo, que protagonizó Anthony Quinn en Cádiz. Más tarde, la misma productora de Alatriste lo ficharía para transportes y trabajos diversos en La carta esférica. Después de sus tres experiencias, no todo puede ser bueno. «Eso del casting, a 30 euros al día era un cobazo grande». Y sin embargo, también se ha apuntado a Knight & Day y, de momento, no le han llamado.

TOMÁS RUIZ 'MANTECA'

'Muere otro día'

«Brosnan era simpático, ella inaccesible»

Tomás Ruiz es patrón de Salvamento Marítimo en Barbate y de grandes veleros clásicos. Es más probable que los gaditanos lo conozcan por su Tomás Manteca, gerente de la taberna del mismo nombre, epicentro de los bares de La Viña. Será imposible que alguien lo reconozca por ser un mafioso ruso, y en cambio, lo fue. En concreto, en el rodaje de Muere otro día. «Era un rodaje bien hecho, de categoría. Montaron un muelle en la Caleta y fue espectacular, una experiencia». Claro, que una cosa es una superproducción en pantalla y otro distinta en la realidad. «Yo era el mafioso que iba de guardaespaldas de Pierce Brosnan, allí con él. Estábamos metidos en un ascensor que cerraba un tío con una manivela. Resultaba gracioso. Esto es todo mentira, pensaba yo, y nos daba la risa. Brosnan era un tío muy majo, hablábamos de que le gustaba Cádiz y de que dormía en el Palacio de veedor, de las cosas de Cádiz. También estaba ella, Halle Berry, que era pequeñita, pero un bombón inaccesible. Y era intocable. Nadie se podía acercar a ella porque tenía dos gorilas al lado que no veas».

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