ANÁLISIS

Desconocidos, pero ejemplares

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L os dirigentes europeos han elegido al primer presidente permanente del Consejo Europeo y a la alta representante para la política exterior y de seguridad, de acuerdo con la arquitectura institucional del nuevo Tratado de Lisboa. Enseguida se ha destacado la falta de peso político de ambos, pero no sus cualidades positivas. Está claro que Francia y Alemania no querían un peso pesado al frente del Consejo Europeo, la institución política que marca la estrategia de la UE y decide muchos de los asuntos más importantes. Van Rompuy no va a incomodar ni a París ni a Berlín y mucho menos a rivalizar con Merkel o Sarkozy por obtener visibilidad internacional -tampoco con Durao Barroso en la Comisión, una buena noticia porque el conflicto entre presidentes sería lamentable-. El hasta ahora primer ministro belga se dedicará sobre todo a la gestión interna del Consejo, en el que la regla de unanimidad entre 27 representantes nacionales pesa todavía demasiado y es necesario componer intereses y pactar continuamente soluciones.

Tiene a su favor su condición de hombre de Estado, como hemos visto este último año en Bélgica favoreciendo con inteligencia la unidad del país; sus 62 años, que le hacen reflexivo y pausado; y una trayectoria como persona ejemplar en todo lo que ha hecho hasta ahora. Además escribe versos con métrica japonesa y veranea en caravana, un punto de excentricidad estupendo.

La nueva alta representante es igualmente desconocida y ejemplar. Es cierto que no tiene una experiencia internacional sustantiva. Fue nombrada una vez que sus compatriotas los ministros David Milliband y Peter Mandelson dijeron que no querían o no podían aceptar este puesto. La baronesa Ashton ha sido en Inglaterra una eficaz funcionaria y una directiva especializada en asuntos de responsabilidad social de las empresas, en la organización pionera creada por el Príncipe de Gales.

Su única tarea política importante antes de ser comisaria de Comercio desde el año pasado fue liderar la Cámara de los Lores, algo que hizo muy bien. Tiene la ventaja de su buena relación con Durao Barroso, un dato esencial para desempeñar adecuadamente su nuevo doble sombrero: por un lado, vicepresidenta de la Comisión para Relaciones Exteriores y, por otro, presidenta del Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores y del nuevo servicio diplomático europeo. Ni Van Rompuy ni Ashton por sí solos sacarán a la Unión de la situación de crisis de desconfianza y falta de proyecto y liderazgo. Pero ambos pueden contribuir a relanzar el proyecto de integración y sorprender a los que ahora les ningunean.