«Aquí te dan un beso con agrado; no te menosprecian por el anticuerpo»
JEREZ Actualizado: GuardarLuis Sáez puede decir que conoce de cerca el infierno, ya que se ha pasado casi media vida enganchado al mundo de la droga. No sólo sus palabras, sino también su deterioro físico e incluso sus ojos dan muestras de un sufrimiento que comenzó hace más de 20 años, cuando llegó a Morón procedente de Santander y empezó a coquetear con la heroína.
El pueblo sevillano, no obstante, no trajo únicamente desdichas a este cántabro de 58 años si no también una gran alegría, ya que allí conoció a su esposa María con la que ha convivido todo este tiempo. Desgraciadamente, el periplo de ambos por la droga ha ido de la mano, pues cayeron y volvieron a tropezar juntos en la misma piedra, a pesar de que el destino les puso en su camino a su hijo Fran, que ya tiene 18 años.
Aunque los recuerdos no son buenos, lo que importa es un presente en el que tanto Luis como María se encuentran inmersos en una dura lucha por empezar de nuevo, de la mano de la asociación Siloé. A pesar de la enfermedad que padecen, miran el futuro con optimismo y esperan conseguir las fuerzas suficientes para normalizar su vida y hacer frente a las dificultades que vayan surgiendo.
Desde hace cuatro meses, la pareja reside en el Hogar Siloé del que Luis habla maravillas, pues no es la primera vez que se cobija en sus paredes e insiste en que si ha vuelto a ellas, por algo será. «La primera vez que vine estuve nueve meses y salí de aquí bien, pero mi mujer tiró de mí y recaí. Ahora el que está mejor soy yo pero he vuelto más que nada por ella».
Cariño y atención
Sus circunstancias vitales empeoraron de tal forma que acabaron viviendo en una cochera, hasta que ingresaron en el hogar. «Aquí el trato es bueno-subraya Luis-, te dan mucho cariño y no te menosprecian porque tengas el anticuerpo. Te dan un beso y lo hacen con agrado, no con asco».
El día a día de los huéspedes no es sencillo, ya que reconoce que la jornada resulta un poco larga desde que se levantan a una hora temprana hasta que retornan a la cama. Él centra buena parte de sus horas en la artesanía del cuero, y muchos otros lo hacen en diversos trabajos manuales o en el cuidado del huerto, donde pasan el tiempo. Los que se encuentran mejor, como es el caso de esta pareja, tienen encomendadas tareas comunes como la limpieza y organización del comedor.
Lo importante es que en este recinto les cuidan, les suministran la metadona y les ofrecen ayuda médica y psicológica con la que afrontar su problema. «Cuando salga de aquí quiero empezar de cero y no regresar a Morón, porque debo alejarme de esas amistades. Me quedaré en Jerez y buscaré trabajo, pero siempre bajo el apoyo de Siloé». Sólo queda desearle suerte y que reciba una segunda oportunidad, que nunca es tarde para eso.