EL COMENTARIO

Hereje

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La soflama de Martínez Camino, secretario general de la Conferencia Episcopal, me ha puesto cachondo. Entiéndaseme: cachondo en un plano intelectual. El atildado monseñor no es mi tipo en ningún sentido. Ha dicho que quienes apoyen públicamente la Ley del aborto, su reforma, o supongo que por extensión el derecho al aborto en sí, no podrán recibir hostias consagradas porque incurren en pecado mortal y público. Y si se es recalcitrante -no entendí bien de qué modo- se incurre en herejía y ésta conllevará la excomunión. Ha dicho el obispo Martínez Camino que quienes apoyen públicamente la Ley del aborto, su reforma, o supongo que por extensión el derecho al aborto en sí, no podrán recibir hostias consagradas porque incurren en pecado mortal y público. Mensaje destinado sobre todo a los parlamentarios católicos para intentar acoquinarlos. Y si se es recalcitrante -no entendí bien de qué modo- se incurre en herejía y ésta conllevará la excomunión. Vale. Que cada uno esgrima sus poderes naturales o sobrenaturales. Si eres un hereje y te excomulgan ya no puedes librarte del pecado mortal por medio de la confesión, ese sacramento tan apañado de los católicos que me recuerda a las habitaciones de hotel. Dejas la habitación desordenada y cuando vuelves todo está limpio, nuevo y en su sitio -en según qué hoteles, claro-. Con la confesión, pasa igual. Vas perdido de pecados, los sueltas, te arrepientes y sales del confesonario más limpio que la patena -comparación 'ad hoc'-; y a pecar de nuevo. Ahora bien, si aquí cada uno utiliza sus armas y el clero excomulga, creo que en justa correspondencia el Gobierno debe cerrar ya de una vez por todas el grifo económico a la Iglesia católica española. Lo menos que debe mostrar el que acepta dinero público es sumisión al Estado y el acatamiento no beligerante de sus normas aprobadas en el Parlamento. Excomunión a mansalva, pero sin subvención alguna. Y los herejes al fuego, el del infierno.