Una enferma de sida en el centro Gerasa de Chiclana. / ÓSCAR CHAMORRO
Sociedad

El VIH ataca a las mujeres

Las infectadas por el virus del sida son más del 50% de las personas infectadas, más del 60 % en jóvenes de 15 a 24 años y en Europa superan el 30%

COLONIA (ALEMANIA) Actualizado: Guardar
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La feminización de la epidemia del VIH- sida es ya una realidad (17 de los 33 millones de personas infectadas son mujeres), amenaza con acentuarse (60% en el grupo de 15-24 años), y no se limita al mundo pobre (más del 30% en Europa Occidental, 25% en España). Así ha quedado de manifiesto en la 12ª Conferencia Europea sobre Sida que se celebra en la ciudad alemana de Colonia, donde se han reclamado programas específicos de prevención y atención para frenar esa tendencia, que tiene su raíz en la desigualdad, la violencia machista y la mayor vulnerabilidad fisiológica femenina a la infección en las relaciones sexuales sin protección, que son (70-80%) la principal fuente de transmisión.

Biológicamente, señaló la experta británica en salud sexual y VIH Jane Anderson durante un encuentro informativo sobre Perspectiva de género organizado por BMS, la probabilidad de que una mujer se infecte duplica a la de los hombres, porque sus órganos sexuales están más expuestos al virus que los masculinos.

El riesgo es aún mayor en las jóvenes, cuya vagina tiene menos células protectoras. Y se eleva todavía más cuando media una enfermedad de transmisión sexual, que además de aumentar el peligro de infección, se manifiesta muy poco en las mujeres, con un 50-80% de casos sin síntomas o que pasan desapercibidos.

Peligrosa desigualdad

Eso sucede en un contexto de discriminación femenina generalizada que se asienta en creencias y tradiciones machistas, menos oportunidades educativas, barreras para acceder a los servicios sociosanitarios, dedicación al cuidado de familiares, dependencia económica, explotación sexual, violencia de género y un interminable etcétera de desigualdad. Para esquivar el sida , añadió Ophelia Haanyama Orum, activista sueca de origen zambio que fue diagnosticada cuando estaba embarazada, «la clave es tener conocimiento, que ahora es de los hombres. Si tienes tiempo, buscas el conocimiento, pero la mayoría de las veces, las mujeres no tienen tiempo ni para sí mismas».

La dominación masculina es un caldo de cultivo perfecto para que el virus del sida se expanda, y así sucede, remarcó Anderson, en sociedades machistas donde el hombre campa sexualmente a sus anchas sin rendir cuentas a nadie. «Un riesgo clave para las mujeres son las relaciones sexuales de sus parejas», remachó la especialista británica en referencia al ocultamiento masculino de sus conductas de riesgo extramaritales, que con frecuencia desembocan en la transmisión en cadena del VIH en el ámbito familiar. De hecho, como recordó la experta italiana en enfermedades infecciosas Antonella D'Arminio, menos del 10% de las madres de todo el mundo reciben tratamiento para prevenir la transmisión materno-filial del virus.

Ese déficit terapéutico y preventivo no se produce en el mundo rico. En el caso español, como recordó en Colonia la especialista María José Galindo, del Hospital Clínico Universitario de Valencia, los análisis sistemáticos en caso de embarazo han permitido eliminar prácticamente (1,5 por mil) esa transmisión vertical. Pero no es más que una parte del problema. Porque, como apuntó D'Arminio, el 'retrato femenino' de la epidemia está lleno de incógnitas, datos incompletos y elementos de complejidad, empezando por la fuerte presencia de inmigrantes entre las mujeres con VIH (en España rondan la mitad de las nuevas diagnosticadas), siguiendo por las cuestiones relacionadas con la contracepción y el embarazo, y acabando por la infrarrepresentación femenina en los ensayos clínicos, que suele alcanzar el 20-30%.

Menos tratamientos

Esta circunstancia, recalcó el experto francés Roland Tubiana, reduce la información disponible e impide enfocar mejor las estrategias terapéuticas. Se sabe que las mujeres reciben menos tratamiento antirretroviral, probablemente por tener menos acceso a los servicios sanitarios, tanto en los países pobres como en los desarrollados cuya sanidad funciona con seguros médicos privados.

Se sabe que encuentran más dificultades para tomar su medicación en casa, bien porque necesitan asegurar la subsistencia diaria de toda su familia, bien por la sombra del estigma en caso de ser vistas por el vecindario. Y a esas desventajas se añaden otras específicamente farmacológicas: mayor riesgo de efectos adversos, más abandono terapéutico, posibles interacciones con tratamientos anticonceptivos, etcétera. De ahí la necesidad urgente de programas específicos para el VIH femenino.