Un triunfo que endurece
Dos goles de Xabi firman la merecida victoria de España Argentina se limitó a defender como pudo y dar patadas
COLPISA. MADRIDActualizado:Una victoria sufrida y valiosa, para aprender, endurecerse y asumir que al rutilante campeón de Europa querrán pararle en el Mundial aunque sea a base de faltas, de protestas, de artimañas en la que los aguerridos argentinos son expertos. Y para saber que los árbitros no te van a proteger ante campeones universales. Ese fútbol tan reprochable que propone el equipo de Maradona también sirve para competir. La España de hoy está en otra dimensión con respecto a la albiceleste más cicatera que se recuerda, más defensiva incluso que la de Bilardo. Dominó de cabo a rabo en el Calderón pero sufrió para ganar y concedió varias ocasiones por desajustes defensivos inquietantes. Ganó sin discusión, merced a dos goles de Xabi Alonso, el segundo de penalti casi al final, pero dio la sensación de que por momentos se arrugó ante un adversario que mordió en cada balón disputado. Habrá que ver si ese pasito para atrás, si ese lógico deseo de salvar la pierna en un amistoso, no se produce en Suráfrica.
Sorpresa
Del Bosque se guardó una sorpresa relativa. Apostó por Busquets como medio de cierre, en la posición donde Senna era titular indiscutible hasta su lesión, y dejó fuera a Cesc. Un palo para el catalán, quizá el mejor jugador de la Premier, y una demostración palpable de que Xabi Alonso no convence para jugar por delante de la defensa en partidos comprometidos. Sobre todo a raíz de la derrota ante Estados Unidos en semifinales de la Confederaciones. El seleccionador, desde luego, le prefiere más adelante, cerca de Xavi. Definido un dibujo similar al de Guardiola en el Barça, con un delantero a la hora de defender y tres cuando se ataca, la roja se apoderó del balón desde el inicio. Hubo fases en la que su posesión alcanzó el 80%. Silva, extraordinario por técnica, desborde, visión y, sobre todo, versatilidad, ya que aparece por todos lados, e Iniesta, se echaron el equipo encima. Profundos y desbordantes, desquiciaron a veteranos como Coloccini, quien sufre con el Newcastle en la Segunda inglesa, y Heinze, destacado sólo cuando hay bronca.
El monólogo español se tradujo pronto en gol. Un disparo de Silva, un despeje de Romero, un portero casi tan mediocre como Carrizo y Andújar, anteriores guardametas en los que confió Maradona antes de relegarles, y el oportunismo de Alonso, convertido en delantero centro. Un ejemplo de cómo llegan los volantes españoles al área rival. Pudo solventar el duelo España antes del descanso pero el árbitro irlandés no observó dos penaltis de Coloccini, uno por mano en boca de gol que hubiera supuesto la expulsión y otro por derribo a Villa.
Messi, sólo de penalti
La titularidad de Maxi, ahora suplente de Reyes en el Atlético, evidencia la decadencia de la albiceleste, encerrada atrás para desesperación de Messi, de Higuaín y de Di María, sus mejores valores sin contar al renqueante Agüero. Cómo no va a sufrir al mejor jugador del mundo con casi todos sus compañeros por detrás del balón. Y cómo puede fabricar fútbol vistoso un once con Gago y Mascherano en el eje del centro del campo. Sin Alonso al lado, el del Liverpool queda reducido a la mínima expresión. Y el madridista está mucho peor que el interista Cambiasso.
Pese a su lamentable imagen, Argentina gozó de dos oportunidades excelentes en la primera mitad. Ambas porque Di Maria supo ganarle la espalda a Ramos, más preocupado de lucir en ataque. Primero falló el remate final Higuaín y después el extremo del Benfica intentó la picadita de la final. Dos acciones aisladas pero sintomáticas.
Quizá por miedo a lesiones o porque no dispone de jugadores aptos para el cuerpo a cuerpo, el caso es que España decreció en la reanudación. Un bajón que ya se atisbó en el tramo final del primer acto. El clásico carrusel de cambios en los amistosos, también contribuyó al bajón. Cesc entró por Xavi, desaparecido en combate, y la incorporación de Negredo en lugar de Silva envió a Villa a la izquierda. Higuaín avisó en una contra antes de que Maxi forzara un penalti de esos que sólo se le pitan a los grandes. Y Messi no tembló ante Casillas. Instantes antes, Iniesta sufrió una pena máxima mucho más clara. Pero el irlandés se hizo el sueco. Menos mal que vio una mano postrera que permitió a Alonso hacer justicia. Navas acababa de entrar. Un buen presagio, preludio del homenaje a Iker.