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Japón se reivindica ante Obama
Tokio exige más protagonismo en «una nueva relación que tenga futuro»
PEKÍN Actualizado: GuardarEn medio de un fuerte dispositivo de seguridad formado por 16.000 policías, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llegó ayer a Japón en la escala inicial de su primer viaje a Extremo Oriente, que le lleva hoy a Singapur para participar en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) y luego a China y Corea del Sur.
En otros tiempos, el paso de un dirigente estadounidense por Tokio habría supuesto un camino de rosas, ya que el imperio del sol naciente ha sido el aliado más fiel de Washington en Asia desde su derrota en la Segunda Guerra Mundial y una base estratégica para controlar el ascenso de China y la amenaza de Corea del Norte. Pero eso era antes de que el pasado agosto subiera al poder el socialdemócrata Yukio Hatoyama, quien acabó con medio siglo de hegemonía conservadora y se ha propuesto revisar la tradicional subordinación nipona a la Casa Blanca.
«Le he dicho a Obama que la alianza entre EE UU y Japón es la piedra angular de todo pero, dados los tiempos que cambian y el escenario global, me gustaría profundizar en dicha relación y crear una nueva unión que sea constructiva y tenga futuro», explicó Hatoyama tras reunirse con el presidente norteamericano. En su deseo de gozar de unos lazos diplomáticos de igual a igual entre ambos países, Hatoyama pondrá fin a la ayuda logística que los barcos japoneses prestan en el océano Índico a EE UU para la guerra de Afganistán. A cambio, Tokio ha prometido fondos por valor de 3.400 millones de euros para apoyar el desarrollo del país centroasiático. Pero las verdaderas discrepancias giran en torno a la reubicación de los miles de soldados estadounidenses desplegados en la isla de Okinawa, situada a 1.600 kilómetros al sur de Tokio.
En virtud de un acuerdo suscrito en 2006, la base de marines de Futenma, en pleno centro de la ciudad de Ginowan, iba a ser cerrada y trasladada a unas nuevas instalaciones construidas en terrenos ganados al mar en Henoko, una parte más remota y menos poblada de la isla. Pero los grupos ecologistas han denunciado que ésta es una zona de alto valor medioambiental que se verá irremediablemente dañada.
El plan, que prevé la marcha de 8.000 soldados americanos a Guam, forma parte del redespliegue de las tropas de EE UU en el Pacífico, ya que más de la mitad de los 47.000 marines que permanecen en Japón desde el final de la Segunda Guerra Mundial se encuentran en Okinawa. Sin embargo, el traslado de la base ha sido muy contestado por la población local, que ha llevado a cabo multitudinarias manifestaciones exigiendo su cierre definitivo y la salida de las tropas. Entre los motivos, destacan el ruido y la contaminación que provocan los aviones militares en una zona densamente poblada como es Ginowan, así como el riesgo de accidentes y la proliferación de enfrentamientos con el personal de la base.
Violación de una escolar
En 1995, los habitantes de Okinawa reaccionaron con rabia tras la violación de una escolar por parte de tres soldados estadounidenses. Las voces pidiendo la clausura de la base se intensificaron en 2004 tras el accidente de un helicóptero militar en unos terrenos de la universidad local. «Insto al primer ministro Hatoyama a que le diga al presidente Obama que Okinawa no necesita más bases americanas», exigió el alcalde de Ginowan, Yoichi Iha, en la manifestación que tuvo lugar el pasado domingo y que congregó a más de 20.000 personas. Y es que los habitantes de la isla, que el Ejército de EE UU devolvió a Japón en 1972, no quieren el traslado de la base, sino su cierre definitivo, lo que se ha convertido en una patata caliente para el nuevo Gobierno en sus relaciones con la Casa Blanca.
Mientras ambos países buscan una solución, Obama intenta mantener el peso de Washington en Extremo Oriente asegurando que «Estados Unidos fortalecerá nuestras alianzas y será parte de los esfuerzos multilaterales y de las instituciones regionales que avancen hacia la seguridad y la paz en la región».