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CRÍTICA DE TEATRO

aplaudir el esfuerzo

GERMÁN CORONA
EL PUERTOActualizado:

Tarde de Teatro en los alrededores de la Plaza de Toros de El Puerto de Santa María. Arranca la 3ª Muestra de Teatro Andaluz. La expectación es mayúscula; corremos de una sala a otra para disfrutar de las distintas propuestas y, después de mucho cavilar, me reafirmo en la idea de que en general no sabemos ver Teatro. Cuando esto pasa, lo que nos queda es valorar el simple esfuerzo de compañías, actores y actrices. Si parto del concepto más elemental de Teatro como medio de comunicación, las Divinas Palabras de Atalaya quedaban lejos de ser divinas y se convertían en farragosas. ¿Para qué hacer uso del lenguaje hablado si se pedirá a los actores que obstaculicen su bien decir con morisquetas y gesticulaciones varias que lo alejan del entendimiento? Quizás una de las adversidades mas grandes de la afamada compañía sevillana es que, pese a no equivocar nunca su planteamiento estético y plástico, falla en lo actoral. Tal parece que el esfuerzo va encaminado a que sus actores remeden muñecos sin vida ni voluntad que repiten textos sin sentido y faltos de vitalidad e imaginación; esto acarrea un particular aburrimiento entre el público que percibe lo bonito y llamativo del espectáculo sin llegar a comprenderlo. Resultado: aplaudimos el esfuerzo de unos actores que se pierden en el anonimato de este sistema interpretativo de monigotes. Hallazgo sin duda en el vestuario y en la concepción espacial.

Un par de horas antes, Proyecto Lear presenta un casi monólogo en el que Galileo Galilei, interpretado por Roberto Quintana, reflexiona sobre la vida, la verdad, la justicia, la razón, el conocimiento, etc. El texto es poderoso en sus conceptos pero flojo en su tratamiento dramático. Por momentos parece que estamos ante un conferenciante que quiere adoctrinarnos. Pese a los recursos y presencia de Quintana, la obra es monótona a más no poder y el público, aburrido, también aplaude el esfuerzo de la compañía. El espacio aunque sencillo, es eficaz. La iluminación es lo más valiosos y significativo: es sutil, pausada y equilibrada, lo que podía haber permitido por contraste, al actor, acometer el papel con otro ritmo.

La primera de la tarde, se atreve con la más reconocida obra del inglés Ben Jonson, Volpone el zorro. Aunque con pocos recursos imaginativos, la compañía El ojo del bululú logra sacar adelante el trabajo de sus actores entre los que cabe destacar a Antonio Ramos y a Saray Casares.

El montaje es demasiado convencional y resulta ser entretenido sin más. Desafortunadamente para su autor, no logra exprimirse la gracia y sarcasmo de los personajes de ésta comedia; algunos de ellos son interpretados desde el más absoluto estereotipo.

Queda claro que uno de los factores a tomar en cuenta en nuestro teatro andaluz es el de elevar la calidad interpretativa. Lejos estamos de un Actor-Creativo.