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«Las amazonas cabalgaban en el campo de batalla antes de que las matasen en la cocina»
El periodista y escritor gaditano mezcla la novela ecuestre y de intriga en su segundo libro 'Centhæure', ambientado en Jerez que ha presentado esta tarde en la Asociación de la Prensa de Cádiz
Actualizado: GuardarLa misma voz que se ha enfrentado con serenidad a los sucesos más brutales de la historia de la provincia se alborota con sólo imaginar la libertad que sienten los hombres al galope largo por una pradera, el apasionante juego psicológico que se establece entre caballero y animal. Da la impresión que podría pasar horas hablando sobre caballos y personas, que al final es hablar de personas. Tendrá que hacerlo. Óscar Lobato (Cádiz, 1958) se siente «más plumilla que escritor» aunque ahora cabalgue sobre la promoción desbocada de su segunda novela. Centhæure (Alfaguara) es una mezcla prometedora de novela ecuestre y de intriga, de ambiciones de este siglo y amazonas de leyenda que se presenta hoy a las 20.00 en la Asociación de la prensa de Cádiz y el día 19 de noviembre en la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre de Jerez.
–¿Cómo es Centhæure?
–Es un acrónimo. Se trata del Centro de Nuevas Tecnologías Hípicas, Alta Escuela y Universidad de las Ramas Ecuestres. No existe en la realidad, pero en la novela se dedican a alta escuela y también orientan su trabajo para entrenar caballos para otras modalidades deportivas como el concurso completo, el salto, el polo... Los caballos son propiedad del centro o de los magnates que invierten en caballos buenos y en darles un entrenamiento de elite con jinetes españoles, muchos de ellos olímpicos. En ese ambiente sofisticado y de lujo comienzan a ocurrir cosas extrañas. De pronto, los caballos matan a los jinetes.
–¿Suspense?
–Es una novela de intriga, pero también pertenece al género de la novela ecuestre, que tuvo gran predicamento en EE UU, Inglaterra y Francia, al que pertenece por ejemplo El hombre que susurraba a los caballos aunque en la película se fuese de madre con Robert Redford. He intentado una novela que se pueda leer pero que aporte cierta calidad técnica. Parece que lo hemos conseguido, porque el 19 se presenta en la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre. ¡Eso es como si escribes una novela sobre navegación estelar y te piden que la presentes en la NASA!.
–¿Qué van a encontrar los que le seguían desde Cazadores de humo?
–Yo empecé a escribir tarde. Hay gente que comienza a los 18 o a los 25 y se dice que tienen un don especial. Otros tienen una vida tan interesante que deciden contarla. Yo he sido un tipo con una vida normal, el tío que hacía los reportajes raros, pero en esa vida me he encontrado con grandes expertos en distintas materias.Por ejemplo, en Cazadores de humo explicaba muchas cosas de botánica.Todo porque asistí a clases magistrales que un profesor de Oxford impartía en Sevilla y me quedé alucinado.De ahí salió aquello. Lo que tienen en común los dos libros es que incorporo mis vivencias a los personajes. Digamos que las tres cuartas partes de lo que cuento son verdad.
Un binomio
–¿Porqué los caballos?
–Se lo debo a Joaquín Vázquez, que era mi profesor de equitación y profesor de la RealEscuela, a Ignacio Rambla y al coronel Federico Marogán. Con 30 años, mi mujer llegó un día y me dijo que se había apuntado a un curso de equitación. ¡Y que me había apuntado a mí! Desde entonces, con Joaquín Vázquez aprendí muchas cosas, entre ellas el amor a los caballos. Que podías llegar, montar y largarte, pero que hay una empatía del caballo con el jinete que lo cuida. Es un animal de jerarquías, pero va más allá de la relación del que está arriba y el que está abajo. Dicen que este es un deporte de binomios y necesariamente el que va arriba no es el más inteligente de los dos.
–¿Utiliza ese juego psicológico entre jinete y caballo para el relato?
–El arte de la equitación consiste en saber qué va a hacer el caballo cinco segundos antes de que lo haga. Si va a titubear en su esfuerzo, si se va a asustar. Si lo sabes antes y lo notas, él confiará en ti. Es una relación curiosísima porque no ves al caballo, solamente sus orejas, que son un diccionario para el que está arriba.Eso y el asiento, las piernas. Ahí se nota su estado de ánimo, cuando goza... A veces se aplican correcciones.Es decir, que si él se tensa y tú te tensas... Estás perdido.El caballo siempre puede más que uno porque es más fuerte. Por eso en este deporte no hay categorías masculina y femenina. Hay mujeres menudas que destrozan a tíos como castillos.
«Soy un lector»
–¿Cómo toma las riendas de la novela? ¿Existe esa comunicación de jinete con un lector al que se guía pero que no se conoce?
–Pienso siempre en el lector porque soy básicamente un lector. Y cuando leo un libro le pido dos cosas: que me seduzca y que me enseñe algo nuevo. El escritor es bueno porque lo cuenta bien pero también por acercar la técnica, la proeza humana. Tengo muchos autores preferidos, pero siempre hay que salir de una lectura con dos o tres cosas nuevas aprendidas. El libro es el principal vehículo del saber humano.
–¿Dónde dejamos Internet?
–De Internet puedes sacar datos, pero sólo si tienes una instrucción previa. Por ejemplo, si quieres saber de equitación pones en el buscador caballo y te sale una página sobre heroína. Si no sabes o intuyes lo que buscas, te comerás grandes camelos. Si no sabes de algo, Internet no te va a enseñar. Además, la Red está a años luz del libro en cuanto a capacidad de reflexión. Por ejemplo, me pasó conCorsarios de Levante. Cuando leo lo hago con el diccionario delante. Cuando iba al ordenador a ver el mapa de los viajes te das cuenta de la machada que hacían.
–¿Cuál es la diferencia entre una buena y una mala historia?
–Que en una buena historia suceden cosas. Hay aventuras, pasiones, desasosiegos, cuernos... ¿Porqué apasiona la Odisea? Porque hay combates, sirenas que vuelven locos a los marineros y la inteligencia del héroe para burlarlas. Cuando ves la geografía y el camino a Ítaca te planteas cómo no despidieron al timonel a la primera de cambio. Eso se hace en cuatro días de navegación, pero los dioses los confundieron. Esa es la diferencia esencial entre una historia genial y un mal folleto de viajes.
–¿Sus personajes, Lluvia y Alcaudón responden al modelo guapa ambiciosa-feo listo?
–Bueno, Lluvia es un guerrero, una amazona. En todas las civilizaciones han existido guerreras, aunque nunca verás amazonas sin pecho como las griegas. Son guerreras bellísimas.Teseo se enfrenta a Hipólita –que significa «la que azuza a los caballos»– y hay un combate durísimo. Pentesilea luchó contra Aquiles.Era la más veloz. Aquiles se jugó el pellejo con ella, un enemigo terrible, tan hermosa que se enamoró de ella cuando le clavó la espada. Tenía que ser tremenda. Lluvia es también una amazona y un guerrero. Está preparada para ello. Ha estudiado en Harvard y habla tres idiomas.
–¿Quiénes son amazonas hoy?
–Por el movimiento histórico que han vivido las mujeres, las amazonas de hoy están en todas las profesiones, al menos en Europa. Fíjate que nosotros los hombres hacemos nuestro trabajo, que es lo que se espera de nosotros. De ellas, se espera, además, que sean mujeres y madres. Pero sabemos lo duras, buenas y valientes que pueden ser. Yo siempre he trabajado a las órdenes de mujeres, por eso la protagonista de la novela es una guerrera, aunque cuando ella se quiere hacer con el poder digan eso de es una tía... Y eso en equitación no tiene la más mínima lógica.
–¿Y Alcaudón
–Alcaudón ha sufrido un accidente y no es apto para la equitación, pero es un atleta y se las liga a todas. Cuando se deciden a promoverlo, él tiene una cicatriz en la cara y se le ve en la cámara. Pero es un místico porque es capaz de experimentar el sentimiento de libertad de los jinetes a galope. Un jinete no lo es si no sabe disfrutar con su caballo y sentirse libre en una galopada y a la vez sacar lo mejor que hay en los animales.
–La amazona es aquí una figura histórica y retórica.
–Los libros de caballería han triunfado siempre porque a todos nos gusta un héroe. En todos, como en Amadís de Gaula había un ejemplo de vida y había amazonas. La primitiva Reina Ginebra era un paladín que se casa con Arturo por motivos políticos, pero que se follaba a Lancelot. Los libros de caballería tenían éxito porque siempre había una mujer capaz de hacer enloquecer al hombre. Ellas contraían matrimonio con un ser calvo y obeso, pero se entendía que tuvieran un chevalier servant al que amar de verdad. Claro, que con la Iglesia hemos topado, como siempre. El problema llegó con gente como Luis Vives, que decía que los libros de caballería estaban prohibidos para las señoritas porque provocaban ensoñaciones lúbricas. Así fue siempre. La Iglesia tuvo que quemar y luego canonizar a Juana de Arco. A ellas les dieron el amor cortés, que era cosa de la novela de caballería, no del libro de caballería. En el libro, las mujeres eran capitanas de la tropa.
–¿Quién es hoy el dragón contra el que luchar?
–El dragón de hoy es una multinacional jodiendo la marrana, o Silvio Berlusconi, un delincuente económico que está convirtiendo el país que fue la cuna de lo que somos en una vaqueriza. Su obsesión es controlar la cultura y la comunicación porque teme que alguien salga y diga ¡El rey está desnudo! Eso sólo lo va a hacer gente que esté orgullosa de ser italiana. Duele ver a un país que nos ha dado tanto gobernado por un mafioso.
–¿Qué opciones tiene hoy la amazona? ¿Bajarse del caballo o raparse la melena?
–La única opción que tiene esa heroína es parecerse a las deportistas de elite e ir a los Juegos Olímpicos, que son lo más parecido al combate.
–¿Tienen que ser hombres para triunfar?
–Es que antes las mujeres eran así, antes de que les dijeran que no podían tener deseos. ¿Tú te imaginas a Isabel la Católica fregando la casa? Eran así antes, como son ahora de nuevo, de que las redujéramos al ámbito doméstico. Las amazonas montaban a caballo en el campo de batalla antes de que las matásemos en la cocina.
Ser caballeros
–¿Qué papel le queda al hombre?
–Quizás nosotros debamos discutir de nuevo el valor de la virilidad de los caballeros. Capaz de ser feroces, duros, fuertes y de tener la capacidad para enamorar a una mujer sensible, para saber ver al oprimido y solidarizarnos con él, a ayudar a los débiles, a reivindicar el valor. Es la locura de Don Quijote desfaciendo los entuertos.
–¿Volver a ser chicos duros?
–Duros sí, lo que no significa ser Rambo. Duros enloquecidos por la poesía, los libros, la hípica... Es extraño porque la vida humana se alarga y con ella la infancia, pero con treinta tacos no puedes ser un niño; tienes que ser un hombre.
–¿Sólo quedan malas bestias o niñatos?
–Las malas bestias no me van a mí. Y hay niñatos con 45 años. Habrá que replanteárselo. La mujer está recuperando el lugar que tenía pero ¿estamos preparados nosotros? ¿estamos a la altura? Imagínate que Calixta significaba bellísima. ¡Cómo sería! Las mujeres son cada vez más conscientes de esto, por eso triunfa entre ellas la novela histórica.Saben el papel que jugaron . ¿Tú crees que Ana de Éboli era una niñata de papá?
apaolaza@lavozdigital.es