La Iglesia negará la comunión a los políticos que apoyen la ley del aborto
La Conferencia Episcopal aduce que quien legitima la eliminación de la vida de un inocente «incurre en herejía»
MADRID Actualizado: GuardarLos políticos católicos que aprueben con su voto la reforma de la ley del aborto incurrirán en «pecado mortal». El secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, advirtió ayer de las graves consecuencias morales que acarrea apoyar lo que supone «eliminar la vida del más débil».
En un desayuno informativo celebrado en la Fundación Universitaria San Pablo CEU, el portavoz de la jerarquía eclesiástica fue más preciso y adujo que aquellos que propaguen la normativa que prepara el Gobierno socialista se hallarán en «pecado público», lo que significa que «no pueden ser admitidos para recibir la sagrada comunión». A juzgar por sus palabras, «quien diga que quitar la vida a un ser humano inocente es legítimo incurre en una herejía», dado que quebranta la «fe divina y católica, que es la máxima doctrina de la Iglesia».
La pena más grave, la excomunión, recae y está sólo reservada a los que «participan directamente en la práctica del aborto», es decir, médicos y enfermeras. El prelado subrayó que la vida, como «bien público de primer orden, obliga a todos, incluso al Estado, a protegerla».
La admonición de Martínez Camino apela especialmente a la conciencia de los partidos de inspiración cristiana, como el PNV, que ha decidido dar su voto favorable a la iniciativa apadrinada por el Gobierno de Rodríguez Zapatero, CiU, así como a diputados y senadores que se consideran cristianos, con independencia de la postura de su fuerza política sobre el asunto. Para Camino, en una cuestión como el aborto no cabe la disciplina de partido, pues por encima de las consignas prevalece el magisterio de la Iglesia. No es de la misma opinión el presidente del Congreso, José Bono, quien aseguró recientemente que cuando se celebre el debate en la Cámara Baja no se admitirá el voto de conciencia.
Camino, que detalló la lista eclesiástica de pecados de acuerdo con una gradación, aseveró que los obispos no quieren que las mujeres que abortan «vayan a la cárcel». Para Camino, el aborto es un fenómeno intrínsecamente perverso. No en vano, argumentó, la primera ley del aborto salió adelante en 1920 en la Unión Soviética de Lenin. «Es curioso, pero allí es donde el aborto empezó a tener un respaldo legal, en un Estado que se consideraba propietario de la vida». El secretario general del Episcopado destacó que la oposición al aborto no es una «postura perteneciente a la moral privada de algunos grupos o confesiones».