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Sociedad

Pasado de vueltas

El CD cumple 25 años en España en plena decadencia del formato. Los expertos coinciden en que el soporte pasará a acompañar al vinilo en las estanterías de los nostálgicos

REGINA SOTORRÍO
MÁLAGAActualizado:

Más de dos décadas atrás, en los circuitos musicales españoles empezaba a sonar un nuevo término. «El ce... ¿qué?». Muchos no sabían escribirlo, a otros les costaba pronunciarlo y, la gran mayoría, ni era consciente de su existencia. Eran los orígenes del CD, cedé o Compact Disc, el soporte digital que se abría camino entre los vinilos y los casetes hasta convertirlos en productos para nostálgicos. Estaba llamado a revolucionar la música, y lo consiguió hasta un punto que entonces ni se sospechaba. Pero ahora, cuando se cumplen 25 años de la grabación del primer CD español, artistas, productores y críticos coinciden en señalar que el formato «está tocado de muerte». Paradójicamente, la misma tecnología que auspició su nacimiento es la que hoy le amenaza.

Era finales de 1984. Cuando todo lo digital aún «sonaba a chino» en España, el mítico dúo Azul y Negro lanzaba al mercado su trabajo Suspense en Compact Disc. «Llevábamos la bandera de la innovación y todos los adelantos tecnológicos procurábamos hacerlos nuestros», cuenta Carlos Vaso, el fundador del grupo que logró colar el tecnopop en los hogares españoles con su Me estoy volviendo loco, canción oficial de la Vuelta Ciclista a España 1982. Tenían un gran aliado para ello: su discográfica PolyGram pertenecía al gigante Philips, el propietario -junto con Sony- de la patente del CD, creado en 1979 por el holandés Kees Immink y el japonés Toshitada Doi.

Fue un hito en la historia de la música nacional, pero «testimonial». Se editaron 400 copias en una fábrica de Alemania (aquí no existían), pero casi ningún españolito de a pie tenía un reproductor en casa. Aún así, se vendieron todos los ejemplares a unas 4.000 pesetas de la época. Hoy en las casas de subasta por Internet «se llegan a pedir 40.000 euros», asegura Vaso. Esta tarde, Carlos Vaso viajará 25 años en el tiempo en el Auditorio de la Diputación de Málaga para celebrar con un concierto-homenaje esa significativa fecha.

El nuevo milenio

Hubo que esperar otros dos años para que el CD entrara oficialmente en el mercado español. Lo hizo con 325.000 unidades de vendidas en 1986. Al año siguiente, la cifra se había triplicado (1.125.000) y crecía mes a mes... En 1994, las discográficas colocaron nada menos que 34,2 millones de Compact Disc, según información de Promusicae, Productores de Música de España. Pero el nuevo milenio marcó el inicio de la caída en picado del formato. De hecho, el año pasado, las ventas descendieron a los niveles de principios de la década de los 90, con 26,4 millones de CD comercializados.

En su lugar, gana terreno el «aparatito infernal del mp3, con una pérdida brutal de calidad», como apunta Francisco Martínez, productor discográfico y director de la firma Avispa, con un cuarto de siglo de trayectoria. La música ya no tiene soporte físico, ahora no ocupa espacio. Así por ejemplo, el crítico musical Paco Pérez-Bryan no puede evitar una carcajada cuando piensa que su extenso archivo sonoro -10.000 vinilos y 15.000 CD- podría estar recogido en unos cuantos iPod. «Me imagino la habitación vacía con unos iPod en el centro... ¡Qué triste!», bromea Pérez-Bryan. «El CD casi ha muerto. Su existencia será cosa de coleccionistas y nostálgicos, como ocurrió con el vinilo», sentencia Héctor Márquez, director de la productora El Pez Doble. No es el único que lo cree.

Y es que, como apunta Martínez, «nadie sabía lo que el CD iba a traer consigo: la facilidad de copia». Partiendo de la base de que todos los formatos eran susceptibles de ser duplicados, el CD dio un salto de gigante al permitir «la copia directa sin pérdida de calidad». En opinión de Martínez, con su nacimiento comienza «la ruina de la industria de la música».

Malos tiempos para un soporte que renovó la forma de relacionarse con la música. No fue sencillo. Los que vivieron el paso del vinilo al digital en primera persona recuerdan las reticencias de los inicios. «Tenía un CD de muestra en la tienda para que los clientes lo vieran, lo tocaran... No se creían que funcionase, pensaban que era algo de otra galaxia», rememora José Antonio Castañeda, propietario de la tienda malagueña Candilejas. «Al principio la resistencia era unánime. Nos resistíamos a perder el LP que por esas portadas y el cuidado que necesitaban permitían establecer una relación más emotiva», recuerda Márquez.

Pero se acabó imponiendo por sus ventajas y por la estrategia de las multinacionales que «acordaron» -como señala Martínez- apostar por el CD. Así, de un vinilo de más de 30 centímetros de diámetros, el cliente de finales de los ochenta se pasó al Compact de apenas doce centímetros. Era más manejable, cómodo de usar, sufría menos, multiplicaba las posibilidades de acceso a la música porque se editaban más -«aunque su precio no bajaba», critica Márquez- y permitía algo impensable hasta entonces: caminar y escuchar música con los reproductores portátiles.

Una revolución total

«Fue una revolución total y absoluta», señala Pérez-Bryan, que en esos años conducía un exitoso programa musical de radio en Madrid, El Búho (primero en Radio Juventud, después en Radio Cadena Española, absorbida luego por Radio Nacional). «Cada vez que poníamos un vinilo lo pinchábamos en pre-escucha, lo parábamos y lo dejábamos colocado en el punto en el que queríamos que arrancara... Y a repetir la operación. Con el CD, sólo había que darle a un botón. Cambió la forma de trabajar en radio».

Pero la tecnología sigue su curso y el CD ha probado de su propia medicina. «El público de 15 a 20 años ha desaparecido de las tiendas de discos. Se han acostumbrado a la música de usar y tirar», lamenta Castañeda. Siempre quedarán los nostálgicos.