La hermana y la madre de Vicky Martín Berrocal. / A. V.
Sociedad

Antonio Rivera, padre de 'Paquirri', será enterrado esta tarde en Barbate

El patriarca de una de las sagas de toreros más importantes del país estuvo ingresado los últimos días en el Puerta del Mar como consecuencia de una dolencia hepática

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Cádiz despidió ayer al patriarca de una de las sagas más importantes del mundo del toreo. Antonio Rivera Alvarado, padre de Francisco Rivera Paquirri, fallecía a primera hora de la tarde en su habitación del hospital Puerta del Mar, donde ingresó hace más de dos semanas como consecuencia de una dolencia hepática. Según fuentes familiares, Rivera, de 89 años, padecía también ligeros síntomas de alzheimer.

Familiares y amigos, entre ellos sus hijos Teresa, Antonio y José Rivera, sus nietos José Antonio Canales Rivera (acompañado por su esposa Mari Carmen Fernández) y Francisco Canales Rivera, se acercaron al Tanatorio de la capital, emplazado en la Zona Franca, para velar el cuerpo del célebre novillero. Ya por la noche hicieron aparición la madre y la hermana de la diseñadora Vicky Martín Verrocal, Victoria y Rocío.

Al cierre de esta edición, sus nietos, los toreros Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez, fruto del matrimonio de Paquirri y Carmina Ordóñez, no habían llegado aún al tanatorio, donde se agolpaban medios de comunicación locales y nacionales. Tampoco hizo aparición ayer su otro nieto, Paquirrín, hijo de Paquirri y la cantante Isabel Pantoja.

El sepelio se efectuará esta tarde a partir de las 17.00 horas en Barbate, de donde era natural y donde ejerció como conserje del matadero municipal una vez que se retiró de la actividad taurina, pues vistió también el traje de luces en su juventud. La misa se celebrará en la parroquia de San Paulino de la localidad gaditana.

Antonio Rivera, un gran apasionado del toreo, inculcó la vocación de la tauromaquia a sus hijos José (el mayor, apodado Riverita) y Francisco (el célebre Paquirri, muerto por un toro en el ruedo de la plaza de Pozoblanco). De la misma manera fomentó la afición de sus nietos Francisco Rivera Ordóñez, Cayetano Rivera Ordóñez y José Antonio Canales Rivera, todos ellos toreros de alternativa.

Una vida dedicada al toreo

Desde pequeño el patriarca de los Rivera comenzó con su afición taurina, incluso llegó a torear los becerros que su padre compraba para su negocio de carnicero. En aquellos primeros años contó con la ayuda del matador Pepe Gallardo para torear varias novilladas por la provincia hasta que se presentó finalmente en Madrid el 7 de septiembre de 1941, donde dio una vuelta al ruedo.

Al año siguiente Antonio Rivera volvió al coso de Las Ventas, el 29 de marzo de 1942, una tarde muy complicada para él, ya que, desgraciadamente, tras sufrir una voltereta, un novillo de la ganadería de Concha y Sierra le pisó la mano izquierda, lo que provocó que los médicos tuvieran que amputarle dos dedos. Antonio Rivera tuvo que suspender la alternativa que tenía cerrada ya para Sevilla, y retirarse del toreo en activo.

Entre los retos que se marcó y fue capaz de alcanzar destaca su capacidad para seguir vinculado a la actividad taurina después de perder a su hijo en el ruedo.

Sin embargo, ésta no fue su única pérdida, ya que, hace treinta años, su mujer, Pilar Coral Pérez, fallecía víctima de un cáncer. «Hemos sufrido varias tragedias en estos años, pero saldremos también de ésta», manifestaba ayer Antonio Rivera, hijo del novillero, para quien su padre siempre fue «un luchador». «Nos ha llamado mucha gente, el pueblo entero se ha volcado con él», reconocía ayer Rivera. «Mi padre tenía grandes amigos, era un hombre muy querido».

A Antonio Rivera se le apreció mucho en el mundillo del toro por su extraordinaria personalidad, ya que fue un hombre luchador y de carácter afable, abierto e ingenioso. Conocía todos los secretos del toreo, tanto en la plaza como en la calle y en el campo. El novillero vivió sus últimos años en la finca El Robledo, de Constantina (Sevilla), que fue herencia de su hijo Paquirri.

alenador@lavozdigital.es