Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Ichihashi, en 2007 y tras las operaciones. / EFE Lindsay Hawker, en una foto cedida por la familia. / AFP
MUNDO

Japón captura a su enemigo público número uno

El presunto asesino de una joven británica hace dos años se había sometido a múltiples operaciones de cirugía para evitar su detención

ZIGOR ALDAMA
Actualizado:

Podría ser perfectamente la historia de un morboso psycho-killer con ribetes de ciencia ficción. Sus elementos principales sirven para inspirar una película: una joven británica asesinada cuyo cuerpo aparece sumergido en una bañera repleta de tierra especial para horticultura, un sospechoso que se desvanece del lugar del crimen cuando irrumpen los investigadores y se somete después a varias operaciones de cirugía estética para evitar su captura, y una recompensa que pone a toda la población en alerta.

Pero se trata de un caso real cuyo desenlace final parece estar ahora más cerca, ya que la Policía de Osaka detuvo ayer, después de dos años y medio de caza infructuosa, a uno de los criminales más elusivos de Japón: Tatsuya Ichihashi, de 30 años y graduado en Jardinería. Culmina así una operación que comenzó en marzo de 2007, cuando se denunció la desaparición de Lindsay Hawker. Era una profesora de inglés de 22 años que había sufrido el acoso de un joven nipón que parecía interesado en aprender el idioma, según declararon varios amigos de la víctima que habían conversado por teléfono con ella dos días antes de su muerte.

Por lo visto, Hawker terminó por acceder a la presión de Ichihashi. Murió estrangulada, tras una brutal paliza y después de haber sido maniatada con un cordón de resina de jardinería en el apartamento del joven nipón, situado en Chiba, cerca de Tokio. Cuando la Policía fue a tomar declaración al sospechoso, Ichihashi se dio a la fuga dejando atrás el cadáver desnudo y enterrado en la bañera. Actualmente sólo se le acusa de haber abandonado el cuerpo de la mujer, aunque existen razones más que suficientes para especular con la posibilidad de que sea el asesino.

Nada más se supo de él hasta que los sanitarios de una clínica de cirugía plástica, extrañados por la actitud de Ichihashi, contactaron con la Policía y proporcionaron a los agentes del caso unas fotografías de cómo habían remodelado el rostro del joven, que ya había pasado antes por el quirófano. Se había realizado una epicantoplastia para cambiar la forma de los ojos, y le siguieron operaciones para alterar la forma de la nariz, los labios, e incluso de los pómulos. Hace un año, la Policía llegó a distribuir retratos robot de Ichihashi caracterizado como mujer, ya que se sospechaba que podría haberse travestido. En octubre de 2008 se ofreció una recompensa de 10 millones de yenes (75.000 euros) a quien ayudase en su detención.

Nueva identidad

El caso adquirió entonces notoriedad excepcional. La Policía recibió hasta 8.000 llamadas de ciudadanos que aseguraban haberlo visto. Y una de ellas, realizada por el pasajero de un ferry con destino a Okinawa, al que Ichihashi también esperaba, llevó ayer a su arresto. Según el diario Japan Times, su identidad fue confirmada mediante las huellas digitales, aunque terminó confesando que había trabajado como obrero de la construcción bajo un nombre falso, Inoue. Según el rotativo nipón, Ichihashi trataba de adquirir un pasaporte con esa identidad y había planificado nuevas operaciones de cirugía estética.

Ayer, los familiares de Hawker mostraron su satisfacción por el arresto del joven japonés, pero exigieron que se aclaren todos los interrogantes del caso: ¿de dónde consiguió Ichihashi las elevadas sumas para las operaciones? ¿Estuvo solo durante el asesinato? Sin duda, será una historia larga.