Un sueño destrozado en añicos
Actualizado: GuardarCuando las reivindicaciones llegan a su fin, da la impresión de que la lucha no ha merecido la pena. Lo digo pocos minutos después de enterarme que el futuro de la planta jerezana de Vicasa no existe. Han pasado muchas semanas desde que los trabajadores comenzaron a protestar ante el inminente cierre de la fábrica de botellas. Su comité de empresa se ha movido por cielo, mar y tierra pidiendo ayuda a todos los estamentos públicos, tanto a nivel local, provincial, autonómico, nacional e internacional, pero a tenor del final de la historia, no ha sido suficiente para conseguir que siguiera produciendo botellas como ha sucedido desde hace más de cien años. Lágrimas de desconsuelo estarán cayendo de sus ojos tras conocer la noticia, intentando asimilar la pérdida de un trabajo y algo más. Allí han pasado casi toda sus vidas los trabajadores de Vicasa, incluso varias generaciones de familias vinculadas con la planta jerezana. En su prolongado periodo de reivindicaciones han ofrecido motivos económicos suficientes para impedir el cierre. Sin embargo las decisiones empresariales son privadas y al final, como temían la mayoría de jerezanos, no se ha producido una marcha atrás de San Gobaint.
Aunque todavía está pendientes las soluciones alternativas, aunque supongo que en estos momentos tratan de asimilar una circunstancia que se hace dura, muy dura por mucho que las noticias nunca fueron alentadoras.
Al menos, y aunque no sirva de consuelo, los miembros de la plantilla han podido saber que muchas personas han estado apoyándolos a lo largo de este periodo de reivindicaciones. Espero que el futuro les depare buenas noticias, o al menos menos malas que la que recibieron ayer, a estos incansables luchadores de un sueño que ya se ha esfumado.