El ocaso y la gloria de Yasser Arafat
Considerado uno de los mitos de la historia moderna, el 'rais' utilizó todas las armas que le parecieron válidas para luchar por la autodeterminación del pueblo palestino
MADRIDActualizado:Reverenciado por algunos como el emblema de la causa palestina y despreciado por otros como un terrorista, Yasser Arafat fue uno de los líderes políticos más reconocidos y controvertidos del siglo XX. Su vida estuvo rodeada siempre por un halo de misterio. Ni siquiera se sabe a ciencia cierta dónde nació. Aunque su documentación indica que fue en Egipto, el presidente palestino siempre defendió haber llegado al mundo en Jerusalén, una de las tres ciudades sagradas del Islam. Intentaba así fortalecer su leyenda.
Desde el final de la II Guerra Mundial, Arafat participó en el incipiente movimiento palestino, que aspiraba a construir un Estado árabe independiente sobre la entonces colonia británica de Palestina, chocando con las aspiraciones judías sobre el mismo territorio. Durante su estancia en Kuwait, donde trabajó como ingeniero, participó en la fundación de Al Fatah, que se convertiría años más tarde en la facción más importante de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). En 1969, fue nombrado máximo dirigente de esta organización desde donde buscó mantener la autonomía de los palestinos frente a las potencias árabes dominantes.
Durante los más de 40 años que se mantuvo en el poder, Arafat esquivó obstáculos, emboscadas, golpes bajos y tentativas de asesinato mientras su nombre adquiría reconocimiento internacional. Histórica es su alocución ante el plenario de las Naciones Unidas en 1974. “He venido a esta Asamblea con un ramo de olivo en una mano y un fusil de revolucionario en la otra. No dejéis que caiga el olivo de mi mano y trabajemos juntos para que mi pueblo realice el sueño de regresar del exilio”. Nueve días más tarde, la ONU reconoció los derechos del pueblo palestino a la independencia y la soberanía nacionales.
El proceso de Oslo
A partir de 1993 el viejo combatiente supo asumir un proceso de negociación con Israel, el llamado 'proceso de Oslo', que condujo al establecimiento de la Autoridad Nacional Palestina en los territorios ocupados. Ese paso le valió al año siguiente la adjudicación junto al entonces primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, y al canciller Peres del Premio Nobel de la Paz.
Finalmente, tras años de acoso en su residencia de La Muqata, Arafat falleció en un hospital parisino en el 2004. El día en que su féretro llegó a Ramala, la multitud se lo arrebató a las autoridades y le dio una sepultura popular digna de un Padre de la Patria. El rais se llevó a la tumba todos los secretos que tan celosamente guardó en vida y la frustración de no haber visto cumplido su sueño: la fundación de un Estado palestino independiente con Jerusalén como capital.