
El juez recibe nuevas pruebas de ADN para aclarar la oleada de violaciones de El Puerto
Los informes toxicológicos permitirán saber si los dos detenidos por la agresión sexual que llevó a Ricardi a prisión están también relacionados con al menos nueve casos más de esta índole
CÁDIZ Actualizado: GuardarHace un año, unas pruebas de ADN permitieron rescatar una investigación que llevaba archivada más de una década: la autoría de las 10 violaciones que se cometieron entre 1995 y 2000 en El Puerto. Una de estas agresiones (cometida en la urbanización de Valle Alto) llevó a la cárcel durante 13 años al portuense Rafael Ricardi, pero fue precisamente el cotejo de su material genético el que permitió averiguar que, en realidad, este hombre era inocente. La reapertura del caso permitió inculpar, en su lugar, a dos jerezanos, con antecedentes penales: Juan B. G. y Fernando P. G. a los que se les imputó la violación achacada a Ricardi.
De nuevo, serán unas pruebas de ADN las que permitan dilucidar si estos dos individuos fueron también autores de las nueve violaciones restantes.
El juez de instrucción Número 3 de El Puerto, López Marchena, que se encargó el pasado año de retomar la investigación de estos hechos, cuenta ya entre sus manos con los primeros estudios genéticos, que permitan saber en cuántas de estas violaciones estuvieron implicados los dos hombres.
Los informes fueron encargados en julio de 2008 al Instituto Nacional de Toxicología (INT), pero se han demorado más de un año debido al atasco que existe en esta institución. De hecho, todavía restan por llegar al juzgado algunos de estos estudios que aún no se han concluido.
Estos últimos informes, no obstante, podrían llegar al juzgado de instrucción de El Puerto antes de que finalice el año. Será entonces cuando se pueda dar por cerrada la instrucción contra los dos detenidos.
Fernando y Juan -ambos naturales de Jerez- ya estaban vinculados con algunas de las violaciones de los años 90. Pero siempre se les ha relacionado con ellas por separado. Así, por ejemplo, Fernando P. G. está imputado por cuatro de las agresiones sexuales de El Puerto entre 1995 y 1997. Mientras que a Juan B. G. se le vincula con una cometida en Puerto Real en 1998.
Sin embargo, el pasado año se descubrió que ambos podían haber actuado en pareja, al señalárseles como los posibles autores de la violación de Valle Alto. Los dos jerezanos fueron procesados en la instrucción de este último caso, aunque ambos se declararon inocentes.
Los nuevos exámenes toxicológicos aún deben ser analizados en profundidad y aclarados por los peritos que los han elaborado. De hecho, el juez de El Puerto ya ha llamado a declarar a estos expertos para que lancen algo de luz sobre los complejos informes científicos. Aún no ha trascendido cuántas de estas pruebas inculpan ya definitivamente a los jerezanos. Los dos podrían ser llamados de nuevo ante el juez, en caso de que se les imputen las diez violaciones con las nuevas pruebas halladas.
Aunque los estudios toxicológicos suponen sin duda la prueba más sólida con la que cuenta hasta ahora la investigación, el juez Marchena no ha abandonado el resto de diligencias de instrucción, para evitar que queden cabos sueltos en un caso tan polémico como este. De hecho, la Policía podría llamar a las víctimas una vez más a reconocer posibles restos y objetos utilizados por los supuestos agresores, que puedan servir de pruebas.
La agresión sexual de Valle Alto es hasta ahora el único caso de los diez cometidos en El Puerto que al fin parece esclarecido por completo, y por tanto puede considerarse cerrado para la Policía, al haberse identificado a los dos jerezanos como los supuestos violadores que cometieron la agresión sexual.
Hasta el pasado año se creía descubierto sólo a uno de los violadores: Rafael Ricardi, que fue condenado por la Audiencia Provincial en 1996 por estos hechos y que fue enviado a prisión durante trece largos años. Las pruebas genéticas de mediados de los 90 no eran definitivas, pero la víctima identificó al portuense como uno de los dos hombres que la atacaron la urbanización de Valle Alto. La mujer creyó reconocer en los ojos estrábicos de Rafael Ricardi el problema de visión que supuestamente tenía uno de los agresores, aunque éstos la habían atacado con la cara cubierta por una capucha. Para el tribunal gaditano, sin embargo, su testimonio fue una prueba suficiente; y Ricardi, para colmo, admitió los hechos ante la Policía.
Caso reabierto en 2008
Doce años después de aquello, el caso seguía abierto a la espera de que la Policía descubriera al segundo violador. Entonces se detuvo Fernando P. G. en abril de 2008 y se creyó haberlo logrado, ya que su ADN coincidía con el material genético del caso de Valle Alto. Sin embargo, en lugar de aclararse la incógnita, lo que se descubrió fue que se había encarcelado a Rafael Ricardi siendo inocente.
Los genes de Fernando se correspondían efectivamente con los de uno de los violadores. Pero no con el atribuido al agresor desconocido, sino con el atribuido hasta entonces a Ricardi. Esto sembraba serias dudas sobre la culpabilidad del portuense.
Aunque la Policía desveló la posible inocencia de Ricardi en primavera de 2008; las pruebas definitivas de ADN que lo exculpaban no llegaron hasta el mes de julio de ese año. Rafael Ricardi salió de la prisión de Topas (Salamanca), en agosto de 2008. Aunque lo hacía en libertad provisional con cargos, a la espera de que el Tribunal Supremo revisara su condena. La lentitud de la Justicia provocó que el Alto Tribunal no decretase la inocencia de Ricardi hasta un año después, en julio de 2009.