Camellos de recreo
El plan de vigilancia contra la droga en centros escolares ha desterrado a los vendedores del entorno de los colegios, pero no erradica el consumo
CÁDIZ Actualizado: Guardar«En el instituto, claro que se fuman porros», afirma casi en susurros un bedel de un centro de secundaria de Sanlúcar, que prefiere no dar su nombre cuando se le pregunta por la venta y consumo de droga en la zona. «Se sigue fumando, y se vende, tanto aquí como en otros centros», insiste el trabajador, aunque matiza que «las cosas han cambiado muchísimo en los últimos años, ahora apenas se ve, se hace de forma más disimulada».
El cambio se produjo hace concretamente tres años, cuando el Gobierno central, acuciado por las críticas y demandas de padres y profesores, lanzó un plan especial de vigilancia policial con el que pretendían atajar el trapicheo de drogas entre menores. Se le bautizó Plan Director para la Convivencia y Mejora de la Seguridad Escolar, y aunque incluía todo tipo de actividades e iniciativas como charlas con padres y alumnos, la base en la que se fundamentaba era la vigilancia policial en los colegios. De este modo, a diario una pareja de las Fuerzas de Seguridad del Estado -tanto Policía Nacional como Guardia Civil- controlaría, detendría, y amedrentaría a los «camellos de recreo»: jóvenes vendedores que, aprovechando los descansos o las salidas de colegio, hacen su agosto en la venta de droga. Se trata de los eslabones más bajos del narcotráfico gaditano, ya que se dedican a la distribución a pequeña escala. Y aún así, su incidencia es grave, ya que se suponen la puerta de entrada de los menores al mercado del hachís.
A las 11.00 horas el timbre del recreo suena en el instituto San Severiano de Cádiz, uno de los centros gaditanos que sufrió «un grave problemas de venta de droga» hace tres años, recuerda Ángel Molina, su director: «Había un grupo de jóvenes que se dedicaba al trapicheo en una callecita cercana al Corte Inglés», donde se abastecían los alumnos del San Severiano. Actuaban descaradamente a plena luz del día «y las llamadas a la policía desde el centro eran incesantes». «se trataba de personas cercanas al centro, algunos antiguos alumnos».
Patrullas de incógnito
Desde 2007 una pareja de policías uniformado se dejan ver en motos junto al patio de recreo dos de cada cinco días. Aparte de estos policías, recorren la zona de incógnito dos agentes de estupefacientes que intervienen cuando se detecta algún punto de venta. El resultado de ambas patrullas fue inmediato en el colegio gaditano: aquellos camellos se esfumaron antes incluso de que hubiese detenciones. Los propios agentes de policía reconocen que «al cabo del tiempo, los propios camellos nos acaban conociendo y nos evitan». No hay datos de los resultados del plan por provincias, pero desde su puesta en marcha, se han llegado a detener a 413 supuestos camellos en institutos de toda Andalucía Por su parte, las denuncias por tenencia de droga superaron las 14.000 en los dos últimos años.
«Estamos en un sitio conflictivo de droga» reconocen en el instituto sanluqueño Mar de Cádiz. No sólo porque Sanlúcar sea punto de entrada del hachís por el Guadalquivir, sino además porque el centro linda con uno de los puntos negros de la localidad: el pinar de las Dunas. «Creemos que allí se vende hachís, y no sería extraño que muchos alumnos vayan al pinar a comprar y a consumir», explican desde la jefatura de estudios.
Un mayor control
El plan se aplica en prácticamente todos los centros de la provincia de Cádiz, en general, con resultados «positivos» a juicio de los directores y las asociaciones de madres y padres (AMPAS): «Antes de 2007 la venta de droga ni siquiera se ocultaba; afortunadamente, ha cambiado la situación, aunque los narcos no hayan desaparecido del todo; ahora se buscan otros sistemas más disimulados, pero desde que está prohibido fumar tabaco en sitios públicos, también es más fácil controlar el consumo de drogas», explica Mario García, presidente de la Federación de AMPAS de Cádiz.