LA PUNTILLA

Poca tela Versace

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Primero fue Christian Lacroix, después Escada, Brioni, Lanvin, Gianfranco Ferré, Galliano, más tarde llamó a la puerta de Chanel... Y ahora le toca a Versace. Por encima de estampados de leopardo, tachuelas, hombreras y demás reclamos, la palabra de moda esta temporada es crisis. Como suena.

Vístanla como quieran, pero nadie consigue desprenderse de ella. El despido de 200 trabajadores de la casa dirigida por Karl Lagerfeld demostró que nadie está libre de una plaga que ha obligado a muchas marcas a reinventarse para no perder el rumbo económico. ¿Que se vende mucho menos? Lancemos líneas más accesibles para extender la idea de que el lujo no es coto de unos pocos sino de muchos, aunque su democratización acabe restándole paradójicamente ese halo de exclusividad. Para dar ejemplo, Demi Moore ya luce el último modelo de Jimmy Choo para H&M. Una ganga de vestido: 199 euros.

Sin embargo, frente a la recesión, Donatella ha decidido meter la tijera y cortar cabezas antes que telas o diseñar piezas baratas. Sin temblarle el pulso, ha puesto de patitas en la calle a 350 trabajadores, una cuarta parte de su plantilla, para compensar las elevadas deudas, cifradas en cerca de 30 millones de euros anuales. La recauchutada diseñadora de la casa que su hermano Gianni elevó a los altares del esplendor prevé con esta medida volver rápidamente a la senda de los beneficios. La firma de la medusa confía en no perecer ahogada en medio de este pantanal de ruina y evitar a la pobre Donatella acabar convertida en poca tela.