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La joven evoluciona favorablemente en su casa tras haber sido sometida a varias operaciones en Madrid. / CRISTÓBAL
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«Ahora me miro más al espejo»

La joven que perdió un ojo por el impacto de un petardo acaba de volver de Madrid tras una importante operación

ENRIQUE ESTEBAN
JEREZActualizado:

Más animada, aunque confiesa que le sigue teniendo mucho miedo a la Nochevieja, por lo que para ella significa. Lo que para muchos es una época especial, de celebración familiar, para Rocío Vázquez es el recuerdo del día en el que un petardo impactó contra su cara, lo que le ocasionó la pérdida de un ojo y numerosas heridas en el rostro. Tras haberse sometido a múltiples operaciones, la última de ellas hace unos días en Madrid, la joven se va recuperando física y anímicamente.

En su casa de la barriada rural de Los Albarizones, la joven, acompañada en todo momento de su madre, enseña los resultados de la operación: «Me han tenido que quitar huesos de la cabeza para ponérmelos en todo lo que es la órbita del ojo. La mandíbula también me la tuvieron que partir porque no podía abrir la boca. Por dentro está entera lleno de puntos...». Rocío Vázquez reconoce que se ha vuelto «más valiente» y se le nota hablando, después de haber pasado «un día y medio de operación en Madrid». La familia, por cierto, apenas puede ya con los gastos. Por eso su madre, Paqui, agradeció que la alcaldesa se haya interesado por ellos: «Me ha llamado para decirme que van a correr con todos los gastos que tengan que ver con los desplazamientos», señaló satisfecha.

Poco a poco, Rocío se va sintiendo mejor: «Tengo la cara inflamada, pero las cicatrices van desapareciendo. Son las manos del doctor Colmenero (el cirujano que ha llevado a cabo la operación), que yo creo que son las de Dios. Ahora me miro más al espejo». El jueves viaja de nuevo a la capital para hacer un seguimiento, aunque la siguiente operación será dentro de unos cinco meses. La joven explica que le van a reconstruir el párpado y a colocar una prótesis.

Eso sí, y pese a los ánimos que trata de infundirle su madre, asegura que tiene «muchísimo miedo a la Nochevieja», donde volverá a repetir lo que hizo el año pasado: «Me encerraré de nuevo en casa, porque tengo mucho miedo a la calle. Mi pareja se llevará otra vez a mi hijo a El Puerto, a casa de mi suegra, y yo me quedaré en casa. Lo siento en el alma...», le dice a una madre resignada.

Justicia

Aunque ya ha recorrido la parte más dura del camino, a Rocío todavía le queda sufrimiento. Por eso su madre quiere que los culpables paguen: «No descansaré hasta que se haga Justicia y no tengo ningún miedo». Se refiere a que, el año pasado, «entre Nochebuena y Nochevieja», tiraron un petardo dentro de la casa, algo que comunicó a la Policía.

«Quien me hizo lo que me hizo tiene que pagar por lo qué ha hecho. Si es cárcel, cárcel. Yo me voy a quedar así toda mi vida y, además, al que le han destrozado la vida es a mi hijo». Rocío, lejos de amedrentarse por lo sucedido la Navidad anterior, quiere que comience el proceso judicial para esclarecer lo ocurrido. Y es que, prácticamente dos años después, la familia está cansada de esperar.

En más de una ocasión, la joven se ha encontrado por la calle (Los Albarizones es una barriada rural muy pequeña) a quienes le «destrozaron» la vida. «Y que no digan que había un centenar de personas, porque fueron entre 12 y 15 y todos mayores de edad, menos dos», precisa su madre. Pues bien, cuando se cruzan con Rocío, «es como si quisieran salir corriendo» y ni siquiera tienen el valor para mirarla a la cara.

Rocío tiene el apoyo incondicional de su familia. Hasta su hijo de nueve años ha madurado para cuidar de ella. Gracias a todos, van curándose sus heridas, por dentro y por fuera. Aunque el resto lo tiene que hacer ella sola. Muchas veces, cuando nadie la ve, cuando ya no tiene que disimular por quienes la quieren, se le «viene el mundo abajo». Por eso, y pese a que no guarda rencor, no está dispuesta a que los hechos queden impunes.