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fútbol | primera división

El Athletic gana con comodidad

La mala racha del Racing puede acabar con su entrenador despedido próximamente tras la derrota (0-2)

EFE | SANTANDER
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El partido empezó igualado, sin que ninguno de los equipos lograra hacerse con el dominio del centro del campo, aunque era el Athletic el que daba más sensación de peligro, como en la ocasión que tuvo De Marcos, cuyo disparo desde la frontal del área fue atajado por Toño.

El Racing, a la contra, también dispuso de una clara oportunidad con un pase en largo de Luis García, que controló Geijo para revolverse y acabar chutando demasiado blando, solo ante Iraizoz.

Según fueron pasando los minutos el Racing adelantó sus líneas y tuvo en Tchité a su hombre más activo en ataque. El burundiano fue amonestado por una chilena en el área en la que contactó con el pie en el rostro de Ustaritz y se fue en un par de ocasiones de su marcador, pero sin llegar a concretar.

Cuando peor estaba jugando el Athletic se adelantaron los "leones", con un saque de falta botado por Castillo, para que Gurpegui ganara en el salto a los defensas y marcara de cabeza. Una vez más, la defensa del Racing hacía aguas.

Nervios locales

Poco antes del descanso Tchité tuvo en sus botas el empate cuando remató a placer desde el punto de penalti, pero Irazioz sacó una buena mano, sobre la raya de gol. Y la segunda parte también empezó con una ocasión del Racing, al rematar Christian desde la frontal para que Iraizoz despejara un balón que entraba ajustado al larguero.

Según pasaban los minutos aumentaba la precipitación de los racinguistas y el Athletic la aprovechaba para inquietar a la contra, pero Toño impidió con dos buenas intervenciones que aumentara la ventaja de los de Caparros.

A falta de un cuarto de hora, el Athletic dejaba el partido prácticamente sentenciado al transformar Iraola un claro penalti cometido por Lacen, al derribar dentro del área a Ion Vélez. A partir de ahí, como hasta entonces, la capacidad de reacción del Racing fue nula y se oyeron gritos pidiendo la destitución de Mandiá, con muchos pañuelos en una grada que ya había sido abandonada por cientos de aficionados. Con el pitido final la bronca fue unánime.