Gallardón y Aguirre declaran un alto el fuego en la guerra del PP de Madrid«¿Qué vamos a hacer?»
El alcalde confiesa que sus relaciones con la presidenta siguen siendo malas
MADRID MADRIDActualizado:La competición ha terminado y el cese de hostilidades se impone en el PP de Madrid. La presidenta autonómica y el alcalde de la capital zanjan sus diferencias en cumplimiento estricto de la disciplina que les impuso el Comité Ejecutivo. Esperanza Aguirre perdió la batalla y se retiró de la pugna por el poder en Caja Madrid mientras que Alberto Ruiz-Gallardón sufrió la suspensión de militancia de su hombre de confianza, el vicealcalde Manuel Cobo. Pero ninguno protestó ni denunció al otro.
Ambos guardaron ayer un significativo silencio aunque Gallardón se sinceró con la prensa -en su comparecencia tras la junta de gobierno- y confesó que sus relaciones personales con Aguirre son ahora «igual que hace un año». O sea, malas.
A la misma hora que los militantes de Madrid participaban en un acto de desagravio a Aguirre, el primer edil cerraba filas, una vez más, con su teniente de alcalde expulsado temporalmente del partido y hacía gala de una estricta obediencia a la cúpula del partido.
«Bien está lo que bien acaba», resumió Gallardón su satisfacción por el resultado final de las disputas fratricidas que le enfrentaron a la presidenta por el poder en Caja Madrid. Dio por hecho que existe un acuerdo, auspiciado por la dirección nacional del PP, con el que se han satisfecho las aspiraciones del ayuntamiento.
El secretario regional del PP y consejero de Presidencia, Francisco Granados, se expresaba en términos similares y convenía que «el asunto está zanjado». Granados habló ante los periodistas al término de un mitin del PP conmemorativo de la caída del muro de Berlín y al que acudió la presidenta autonómica. Unos tres centenares de militantes la recibieron con gritos de «¡presidenta, presidenta!», «¡valiente!», «¡aguanta!» y «¡llegarás a ser presidenta de España!».
En su intervención, Esperanza Aguirre sólo se refirió a la «ignominia» de los regímenes comunistas y «la vergüenza» que supuso el muro que partía en dos la capital alemana. Y eso a pesar de que asistió al mitin subida a unos tacones considerablemente altos. Se suponía que la altura de los zapatos de Aguirre medía su voluntad de hablar sobre asuntos incómodos del PP. Pero si el miércoles no quiso pronunciarse sobre la situación de Cobo, calzada con zapatos planos, ayer tampoco lo hizo con tacones altos. «¡Tú puedes hablar hasta descalza!», le gritaron.
Pero ella sólo habló del muro. Mucho más elocuente resultó el silencio forzado de Gallardón, que fue interrogado hasta en diez ocasiones sobre cuestiones relacionadas con la bronca y a todas dio idéntica respuesta: «Hemos acordado que de los asuntos internos del PP hablaríamos en los órganos del PP y no ante los medios de comunicación. Ese acuerdo que adoptamos en el Comité Ejecutivo yo lo voy a cumplir».
La insistencia de los periodistas no consiguió sacarle de su mutismo y sólo dijo que responde así al deseo de la dirección para que las discusiones «no vuelvan a salir del debate interno».
Pero Gallardón no aflojó un ápice en su defensa de Cobo que -explicó- cuenta con su «plena confianza», por lo que mantendrá sus cargos como teniente de alcalde y portavoz municipal, a pesar de la expulsión. «Lo que juzga el Comité de Derechos y Garantías -arguyó- no es su labor como vicealcalde o portavoz sino su conducta como militante del partido».
La gente se agolpaba a su alrededor y Esperanza Aguirre evolucionaba por el parque de Berlín hacia el escenario del mitin jaleada por sus incondicionales. Un militante de cierta edad se le acercó y mantuvo con ella el siguiente diálogo:
-«Esperanza, ¿qué vamos a hacer ahora?», le susurró al oído.
-«Pues luchar y trabajar». Respondió ella sin especificar más.
-«No lo dejes», suplicó su interlocutor en voz aún más queda.
-«No, no, no», le tranquilizó la presidenta.
La consejera de Educación, Lucía Figar, presentó el acto conmemorativo de la caída del muro de Berlín y resumió el sentido de la concentración en un día en que todavía resonaban los ecos de la metralla que se intercambiaron los dirigentes populares madrileños. Fue una nueva guerra cruenta de la que la 'lideresa' salió malparada.
«Presidenta, estamos contigo no porque nos hayas dado un cargo sino porque tienes principios e ideas. Y las ideas son necesarias para alcanzar en política las metas y superar los malos momentos», proclamó Figar.