Solución para Opel
Actualizado: GuardarL a decisión de General Motors de no vender Opel al fabricante de componentes Magna, tras meses de negociaciones con los gobiernos y sindicatos concernidos por el futuro de la empresa y una vez se habían comprometido ayudas de Estado y planes para recortar las plantillas, ha suscitado un comprensible estupor en los países europeos que albergan instalaciones de la marca. Estupor alimentado, además, por las incógnitas sobre las razones últimas de un giro tan drástico y sobre las intenciones definitivas de la matriz estadounidense. Aunque el cambio de interlocutor obligará a los dirigentes políticos y a los representantes sindicales implicados a revisar toda una estrategia diseñada para conservar el mayor número de puestos de trabajo e impedir tentaciones de deslocalización de las factorías, no parece admisible ni volver al punto de partida ni rebajar las condiciones mínimas obtenidas de Magna. El camino ya recorrido permite exigir a General Motors que cumpla lo antes posible con un plan de reestructuración que sus responsables han anunciado como «muy similar» al de Magna -con una supresión de 10.000 empleos-, renunciando a obtener mayores ventajas de la negociación.
La credibilidad de la compañía norteamericana, ahora altamente cuestionada, depende de que su nueva disposición se base en criterios económicos y sin imponer condiciones inesperadas sobre la localización de las plantas o la integridad de las plantillas. El Gobierno español tiene ante sí el reto de poner en valor en el ámbito europeo de una factoría como la de Figueruelas, que ha formado parte integral de General Motors en los últimos 27 años.