
Una 'tapicera artística' en El Cairo y Chicago
Actualizado: GuardarMurió ya mayor, con las manos agarrotadas de tanto trabajar el tapiz. Su empeño y su carácter emprendedor le hicieron conseguir algo vetado para las mujeres de su siglo: vivir de su arte. Emilia Rebollo se definía a sí misma como «tapicera artística». Aplicaba una técnica mixta en la que combinaba las composiciones de tapicería –un símbolo de poderío en la sociedad decimonónica– con la pintura.
Sus obras se conservan hoy en fondos privados y repartidos por todo el mundo. De hecho, la firma de Emilia Rebollo entró en circuitos culturales de París, Bruselas, Chicago y hasta El Cairo, una meta difícil incluso para un hombre de las artes. De su éxito dejan constancia numerosos reconocimientos, diplomas y medallas, como aquellas con las que posa orgullosa y señorial en la fotografía que conserva aún hoy su familia.
Un caso excepcional
Su caso es excepcional. Si de otras mujeres pintoras tan sólo se conoce su nombre y apellido, Emilia Rebollo se encargó de que su labor no se perdiera en el tiempo. Metódica y organizada, fotografiaba cada obra de arte que salía de su pincel y archivaba todos los documentos relativos a su trabajo. Así, hoy día se pueden leer las cartas escritas a mano con las que contactaba –ella misma y sin intermediarios– con los promotores de exposiciones a nivel internacional y la respuesta de estos; las facturas del embarque de sus creaciones desde el puerto de Málaga hacia cualquier punto de la geografía y hasta los seguros fijados sobre sus cuadros.