"Espero que me dé tiempo a conocer las zambombas de Jerez"
El técnico confiesa sentirse muy a gusto en la ciudad, aunque no esconde que el Xerez es un club "muy peculiar"
XerezActualizado:Detrás del Ziganda entrenador está la persona. La de aquel joven, familia de ganaderos, que adora la tranquilidad de su Larrainzar natal y que vive por y para el fútbol.
–Han pasado ya mas de 100 días desde que se alejó de su casa después de 40 años. ¿Ya se han dado cuenta sus hijas de que no venían a la casa de Zahara, en la playa?
–La familia está encantada con la ciudad de Jerez y con el colegio, y las hijas también. La adaptación que están teniendo es fenomenal, gracias a la amabilidad de la gente que nos rodea, los vecinos, el colegio... En ese sentido están acordándose lo justo de sus anteriores amigas y de su anterior colegio. Al revés, porque la calidad de vida que hay en esta ciudad es envidiable y eso ayuda mucho a la adaptación de la familia.
–¿Se podría decir que la vida en Jerez es buena?
–Hombre, sí. Lo que pasa es que en mi caso yo he venido a entrenar y las cosas no están saliendo bien. Una cosa es el día a día, la adaptación a la ciudad a nivel personal y de relaciones humanas, y otra es el trabajo. Y esto último no está saliendo bien, por lo que el cuerpo, o más bien ese bicho que llevo dentro, me deja claro que me falta algo
–Como futbolista imagino que su familia tuvo malos momentos. ¿Cómo llevan lo de que usted sea entrenador?
–La mujer es la que más sufre, está claro. Lo lleva mal porque ve que a su marido no le salen las cosas y, quieras o no, uno trata de disimular, pero me conoce de sobra y me ve cómo estoy, por lo que ella también sufre. Y las niñas, pues no sé si se estarán dando cuenta de lo que está pasando. Futboleras son lo justo, por no decir nada, y son pequeñas para darse cuenta.
–¿Qué le da el fútbol como para cambiar de vida de la noche a la mañana? Porque hace un año optó por marcharse a EE UU para seguir aprendiendo.
–Fui a ver fútbol, intentar iniciarme en el inglés y evadirme del entorno en el que estaba. Fue un momento que me pude permitir y una experiencia familiar maravillosa. El fútbol es lo que he hecho toda mi vida, por lo que he peleado y lo que me llena. Por supuesto, hay momentos que yo mismo me pregunto qué necesidad tengo de estar aquí, y reconozco que hay muchas noches que no duermo, porque se pasa mal por la tensión. Pero, a la vez, hay momentos que veo que, cuando no tengo fútbol, lo necesito. Al final, haces ese equilibrio, porque lo paso fatal, pero en cuanto me falta, es la mujer la que me empuja.
–Ya para acabar, diga lo primero que se le pase por la cabeza: Jerez.
–Una ciudad muy acogedora y con alta calidad de vida.
–Xerez.
–Peculiar.
–Chapín.
–Peculiar, pero me ha sorprendido gratamente cómo la gente se involucra con el equipo.
–Pedro Mari Zabalza.
–Fue un padre para mí, a nivel deportivo. En el sentido de que me dio la oportunidad de debutar y de crecer.
–El Sadar.
–El club en el que comencé, donde viví momentos muy bonitos y también muy duros, pero donde aprendí a vivir de esto y a disfrutar del fútbol.
–Jon Andoni Goikoetxea.
–La palabra amigo es poco. Es más que un amigo.
–Zahara de los Atunes.
–Sitio maravilloso, con playas magníficas, gente maravillosa y donde la familia disfruta de lo lindo.
–Un deseo.
–Muy fácil: salvar al Xerez.
–¿Le han hablado de las zambombas jerezanas?
–Sí, me han hablado de ellas. El vecino me ha comentado muchas cosas.
–¿Espera conocerlas?
–Me encantaría conocerlas (risas).
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