Típicos encierrosgaditanos
Actualizado: GuardarParece rigurosamente cierto, a la luz de las investigaciones de Guillermo Boto, que en la gaditana plaza de San Antonio, se inventó el toreo a pie en el umbral del siglo XVIII. Entonces se llamaba la Plaza de Armas y en ella se celebraron festejos hasta 1716: su recaudación sirvió para financiar la construcción de la Iglesia. ¿A qué extrañarnos que la productora de la película que rodarán Tom Cruise y Cameron Díaz en Cádiz pretenda llevar a cabo una suelta de toros en la calle Ancha?
También hubiéramos podido encontrar un buen pretexto para que dicha tauromaquia tuviera lugar en La Caleta: no muy lejos de allí, en la playa de Los Corrales, estabulaban a las reses que iban a ser sacrificadas en el Matadero donde Enrique El Mellizo cantiñeaba mientras cortaba la oreja de su hermano, quizá como sucedáneo de su indudable afición taurina.
Ya Ernest Hemingway, mientras tomaba un Pernod en la cafetería Shamara, contemplaba a los mozos sorteando a los morlacos, mientras formulaba extraordinarias confidencias al oído de Usama: «El mundo es un buen lugar para ir de compras», le profetizó una vez, mientras un miura corneaba a un jovencísimo Pepe Manteca a la altura de donde Juman tuvo su primer laboratorio fotográfico. «Cádiz era una fiesta», habría escrito después de una francachela con Fernando Quiñones y con Paco Alba durante las Fiestas Típicas.
Sevilla perdió una ocasión magnífica para potenciar su imagen internacional cuando, en «Misión Imposible II», el guionista Robert Towne hermanó la Semana Santa local con las Fallas de Valencia y le hizo decir a Anthony Hopkins ante un taciturno Tom Cruise aquello de «estas fiestas son un fastidio. honrar a los santos quemando cosas. Curiosa manera de venerarlos». ¡Qué bonito y qué barroco sería un hermanamiento entre El Silencio y La Mascletá!
Ya Cádiz perdió la oportunidad de aprovechar la oportunidad que le brindó Mark Lester y sustituir el monumento a Las Cortes por una bandera cubana como si fuera la Plaza de la Revolución en la película.
Cuba. ¡Qué bien quedaría el balneario de La Palma como aquel hotelito en el que entraba Pierce Brosnan camino de Hale Berry con una guía ornitológica de James Bond debajo del brazo!
¡Qué oportunidad perdió Trebujena al no mantener los arrozales que soñara Steven Spielberg para su largometraje «El Imperio del Sol»!. Que no cometa Cádiz el mismo error. Y que la ciudad, guiada por esos precedentes históricos o por cualquiera otros que pudiéramos reivindicar o reinventar si fuera preciso, aproveche el tirón comercial de la película en ciernes y organice cada año unos encierros a lo grande: el único problema estribará en cómo llevar el ganado desde la Calle Ancha hasta la plaza multiusos que, según el avance del PGOU, construirán en Puerta Tierra. No veo yo a los astados repechando la cuesta de Las Calesas. Ni a nuestros chicarrones del sur, luciendo el típico pañuelo amarillo cadista, pegándose esa pechá de correr. Más bien lo harían seguramente los marines de Rota, mientras los gaditanos se pondrían en todo caso a componer pasodobles muy sentíos.