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Un edificio con historieta
Ibáñez da el salto a las tres dimensiones y publica un libro desplegable de '13, Rue del Percebe'
COLPISA. MADRID Actualizado: GuardarSon carne de nostalgia y el autor lo sabe. El moroso recalcitrante de la azotea, el ladrón torpe del tercer piso, la anciana protectora de animales, el inquilino de la alcantarilla. El vecindario extravagante de 13, Rue del Percebe forma parte del imaginario de varias generaciones de talluditos de este país, de treintañeros a cincuentones, mucho más que de los niños wii. Aun así, Francisco Ibáñez no renuncia a atraerse también al público menudo de hoy, a apartarlo siquiera un rato de las «28 horas al día que pasan con los botoncillos y los videojuegos», y por eso ha dado el salto a 3-D con la comunidad vecinal de la calle Percebe, una de sus criaturas más emblemáticas. Una tridimensionalidad sui generis, de tinta y papel, sin rastro alguno de tecnología digital.
El padre de Mortadelo y Filemón y Ediciones B entregan al público un libro desplegable de 13, Rue del Percebe, lo que los anglosajones llaman un pop-up. Un libro «como una casa», dice el autor, del que emergen al abrirlo el edificio y las figuritas de sus moradores, a los que se pueden cambiar de piso y mover a voluntad. También se incluyen varias historietas clásicas de la estrafalaria comunidad vecinal.
«Es una antigüedad para los mayores nostálgicos, y para los niños, un juguetito más», admite Ibáñez de su primera incursión en el soporte del libro tridimensional. Es otro intento de que la chavalería vuelva la vista a la viñeta clásica, a la historieta gráfica y al cómic. «Hace años cuando presentaba algún libro en las colas para la firma veía a muchos niños, eso ha cambiado», admite.
Los críos de hoy son abducidos desde temprano por la parafernalia digital y muchos desarrollan cierto «horror a esos bichitos negros que se llaman letras». Para el creador de El botones Sacarino, Rompetechos o Pepe Gotera y Otilio, el cómic es un primer peldaño para que los niños se lancen a la lectura y es «una lástima» que este género languidezca. «La tele y el ordenador te lo dan todo resuelto y mal van a ir así para acostumbrarse luego a leer», opina.
El pop-up de 13, Rue del Percebe tiene otra ventaja adicional, a decir del autor. Es un libro de gran formato y, «dado el tamaño de los pisos de hoy, una vez abierto aquí puede dormir el gato».
Internet, una ayuda
Ibáñez (Barcelona, 1936), uno de los grandes del cómic hispano, no reniega pese a todo de las nuevas tecnologías. Internet «puede ayudar al cómic» y los efectos especiales digitales, contribuir en el cine a recrear el mundo sin leyes físicas de la historieta de papel. Una prueba son las dos adaptaciones cinematográficas de Mortadelo y Filemón con personajes reales firmadas por Javier Fesser, un éxito de público y crítica. A Ibáñez le gustan. «Son otra cosa, distinta, pero están bien, sí», reconoce.
13, Rue del Percebe nació de la imaginación de su creador en 1961, tres años después que la pareja de agentes de la TIA y cambió el concepto de la historieta de la época. «En vez de uno o dos personajes había 14 ó 15», incluido un ascensor que actúa como un vecino más. Todos los personajes nacen de la imaginación del autor, pero el moroso del ático debe mucho a alguien real y célebre.
Manuel Vázquez, creador de Anacleto y Las Hermanas Gilda, fue uno de los historietistas «más ágiles y con más gracia» de este país, y también un mago del sablazo. «Sableaba a amigos durante meses y cuando se le acaba el dinero y a quien sablear entonces se ponía a dibujar como un loco durante días o semanas y luego otra vez a sablear sin dar golpe», explica Francisco Ibáñez.
Ahora se prepara una película sobre la vida de Manuel Vázquez. Ibáñez no da un duro por la suya propia como material cinematográfico. «Sería -dice- la película más aburrida del mundo».