¿Hasta cuándo?

Hasta cuándo seguirán WWF/Adena y el Supremo abusando de nuestra paciencia? Qué bonita la marisma. Con sus matojos, sus escarabajos, su yermo, su caño, sus pajaritos -que pasan de largo porque allí no hay nada que picar-, sus hormiguitas y una familia de avispas que se acaba de mudar allí y que son tan pobres que no se pueden permitir vivir en Cádiz por lo cara que es la vivienda en la capital. Y qué hermosa la ciega aplicación de la Ley. Podrá ser dura, pero es la Ley. Es lo que piensan los magistrados del Tribunal Supremo mientras se avellanan en el mejor sillón de sus confortables domicilios y paladean un habano, un buen brandy de Jerez o unas estupendas anchoas.

Pero sucede que la Justicia no siempre va de la mano de la Ley. Cuando una norma perjudica a miles de hombres y mujeres libres para beneficiar a un erial o a unos pajaritos es que hay que modificar, derogar, hundir o quemar ese articulado. Hágase lo necesario para ello, para que el proyecto de parque de Las Aletas no se detenga y sea una realidad. Que no se oiga ni una voz discordante; que ninguna formación de la oposición ni tan siquiera intente sacar ventaja política de este disparate judicial; que nadie juegue con el futuro de la Bahía más de lo que ya lo han hecho los de WWF/Adena o los muy ecuánimes magistrados del Supremo. ¿Cómo me dice, que los ecologistas se van a molestar porque se les diga esto? No se preocupe usted, no se enterarán porque todos ellos están ahora mismo de paseo por Las Aletas, disfrutando del dominio público marítimo terrestre al que tienen derecho por Ley; les encanta irse de merienda a esas tierras baldías y evitar que prospere la que la circunda. Cádiz, pierde la paciencia o te perderás tú.