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ASÍ LO VEO

Las cajas del lío del Montepío

FERNANDO SICRE GILABERT
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Solucionará el bueno de Mariano el sempitérnico problema que padece Madrid, y que ahora se encuentra en Caja Madrid? Rajoy pide un poco de tiempo mientras afirma que sólo hay un santo Job. Ha sido Valencia la que ha colmado el vaso de la paciencia de tan ilustre gallego. No sé qué habrán de hacer todavía los de Madrid con tan bochornosos espectáculos para que le hierva la sangre al líder del PP y mande a más de uno a hacer puñetas. En realidad yo mandaría a dos. Todo para asegurarse el proceso electoral a través de los 320 consejeros generales de la entidad. Consejeros repartidos entre políticos y sindicalistas, que normalmente no conocen un balance, que no aportan valor añadido a la formación de las decisiones de la entidad y que son meros espectadores en la toma de decisiones. Pero eso sí, su asistencia a las juntas están bien remuneradas por no hacer nada, sólo votar lo que le digan los que mandan, que para eso están puestos ahí, para hacer lo que le manda el que mande.

Nunca mejor dicho, menos política y «un poco de por favor» y de sentido común. Caja Madrid es la segunda caja española, y será pieza fundamental de las fusiones que se avecinan y de la propia reconversión del sector.

Madrid no está solo. Para desgracia de todos, el numerito circense de las cajas españolas se ha convertido en culebrón o en sainete, quizás en vodevil, cuando no en una auténtica película de espionaje, ¿ustedes me entienden, no? Le pongo en antecedentes. ¿Recuerdan el ambicioso proyecto de gran caja, a la vez que única caja andaluza de la Junta? Sí, ese proyecto que el gobierno autónomo veneraba. ¿Ya recuerdan? Ese al que Beneroso se interpuso en su camino. También se opuso a ello su primo, el de Beneroso, el Sr Benjumea y hasta hoy, porque, de momento nada de nada, nada de gran caja y eso que Maleni dejó en su día la Consejería de Economía y Hacienda allanándose de esa forma el camino. Su ida a Fomento, supuso el fin de la denominada guerra de las cajas andaluzas. Con ella en el Ministerio y a colación con uno de sus típicos trabalenguas o meras asociaciones de ideas, metió de lleno a Cajamadrid en el caos de Barajas del pasado invierno. Todo para culpar a Esperanza, que no a la Esperanza Macarena, Dios nos valga, de tal desaguisado, achacando lo sucedido en el monumental caos aeroportuario, a la Comunidad de Madrid como responsable de la entidad financiera, a la sazón máximo accionista de Iberia. En el fondo ello explica, porque no puede ser de otra forma, la concepción que la insigne socialista tiene de las cajas de ahorro.

Después llegó Caja Castilla La Mancha, gestionada por un presumido gestor que exigía le mirasen a los ojos. Tanto lo miró Mariano Rubio, que ahora no se atreve a mirar a nadie y explicar con la cabeza y la mirada alta el lío que ha montado en CCM. Pero no termina aquí la cosa. Las interferencias políticas frustran la fusión de las vascas BBK y Kutxa en contra de su propia voluntad. También en Cataluña hay para repartir. Salvo la Caixa, los índices de solvencia de las demás están por debajo de la media, lo que explica la masiva utilización de fondos del FROB y su acelerado proceso de fusión.

Mariano, una mano. Tu como Baquedano, también Mariano, la otra mano. Imponte de una vez, pero con las dos manos.