Jóvenes cachorros
MADRID Actualizado: GuardarSi el líder del PP no remozó los cimientos de la arquitectura organizativa del partido para democratizar y adecuar a los nuevos tiempos los estatutos, ni trató de curar las heridas de los damnificados en la guerra precongresual, tampoco hizo gran cosa por dar paso a los jóvenes cachorros. En el golpe de efecto posterior a su derrota electoral, Mariano Rajoy pareció abrir la puerta a una nueva generación de políticos populares con una jovencísima e inexperta dirección del grupo parlamentario.
Pero, pasado el tiempo, se vio que todo había sido una mera operación cosmética. El poder del partido siguió en manos de los mismos y cada vez más en las de los barones que han trabajado, en muchas ocasiones, de espaldas a los intereses del partido nacional.
Los nuevos valores se impacientaron, primero, y se desmoralizaron, después. Los casos de corrupción y la equívoca reacción de la dirección nacional dieron al traste con las esperanzas de los más ambiciosos. Pensaron que los aznaristas se tapaban unos a otros las vergüenzas sin querer cortar por lo sano y obligaban a los recién llegados a comerse el marrón de las indeseadas excrecencias del antiguo régimen, herencia de una etapa que ellos no disfrutaron.