Retrato Popular
Actualizado: GuardarL a reaparición de Ricardo Costa en la sesión de ayer de las Cortes Valencianas se convirtió en la puesta en escena de un desafío al que la dirección del PP respondió con la suspensión cautelar de su militancia. Pero la inmediata reacción de la cúpula popular, que contrasta con la parsimonia con la que viene afrontando otras situaciones críticas para el partido, tampoco puede ocultar la equívoca actuación de sus estructuras regionales y nacionales frente al propio Costa. La ambigua actitud mostrada por el presidente Camps en el caso; el confuso procedimiento de destitución arbitrado en el seno de la dirección valenciana del PP; y el hecho de que el propio Rajoy se abstuviera de explicitar las causas concretas de la misma dejaron en el ambiente la sensación de que Ricardo Costa era el pagano de las dificultades mostradas por los populares para depurar las responsabilidades políticas derivadas de la trama Gürtel. Además, la suspensión de militancia a la que ayer fue sometido Costa contrasta con el hecho de que el órgano competente del PP no hubiese abierto, previamente, un procedimiento para atender su demanda de clarificación respecto a su situación patrimonial y a su actuación ante las posibles acusaciones que pesaran sobre él. Pero de ser poco menos que la víctima propiciatoria de una componenda interna, el destituido secretario general pasó ayer a convertirse en un personaje insolente dispuesto a retar a la dirección que preside Rajoy valiéndose, además, de un saludo entre efusivo y forzado con el presidente Camps. Por anómala y carente de argumentos explícitos que fuese la acción disciplinaria seguida contra Ricardo Costa, la obstinación con la que éste ha tratado de desentenderse de lo ocurrido no dejaba a Génova otra salida que la de certificar las medidas adoptadas añadiendo la suspensión de militancia. En cualquier caso, tanto los enredos en torno al caso Gürtel en la Comunidad Valenciana como la tensión generada a cuenta de la presidencia de Caja Madrid indican que las diferencias en el seno del PP derivan más de la disputa entre distintos círculos de interés que del debate entre opciones ideológicas o de estrategia política. Una impresión que afecta negativamente a las aspiraciones del partido de presentarse como una alternativa solvente ante los españoles.